Schoenberg, como muchos artistas alemanes de su generación, se vio obligado a huir de su patria ante la opresión nazi. Finalmente, el compositor llegó a Los Angeles, donde se habían reunido muchos intelectuales europeos refugiados de la Europa de Hitler. Este grupo formó un fuerte underground cultural. Los Angeles es también la tierra de Hollywood y la cultura importada se mezclaba libremente, si bien con cierta incomodidad, con los habitantes de la Meca del Cine. Schoenberg conocía a académicos, puesto que se ganaba la vida como profesor de la UCLA, pero también conocía a varias personalidades de Hollywood. Más de una vez tuvo que rehusar ofertas económicas muy atractivas para escribir música para películas, puesto que su temperamento no era el apropiado para la creación de bandas de sonido. En efecto, sería difícil imaginar un compositor cuyo efecto sea menos adecuado para funcionar como fondo dramático. La música de Schoenberg pertenece al primer plano: es intensa, extremadamente emotiva y no hace concesiones.
Una de las personas que trabó amistad con el compositor expatriado fue George Gershwin, un compositor que se sentía igualmente cómodo con la música popular y la música de conciertos. En sus, “Memorias de un amnésico” cuenta el origen del Concierto para Piano de Schoenberg:
“Después que logré una cierta fama y notoriedad, volví a visitar a Schoenberg en California y le pregunté si compondría una pieza ligera de piano para mí, por la cual le pagué. El estaba encantado. Cuando regresé a Nueva York, tuvimos un intercambio de correspondencia y de pronto esta pequeña pieza para piano comenzó a arder febrilmente en la mente de Schoenberg y decidió escribir un concierto para piano.”
Finalmente, el Concierto para piano fue interpretado por Leopold Stokowski y la Orquesta Sinfónica de la NBC, con Edward Steuermann como solista.
El Concierto para piano es uno de los ejemplos más accesibles del estilo dodecafónico de Schoenberg. El hecho de que la obra esté escrita utilizando literalmente el método dodecafónico no hace ninguna diferencia para el oyente medio. Se ha escrito tanta información errónea acerca del “sistema” de composición de Schoenberg, sin embargo, que es necesario aclarar el ambiente mencionando algunas cosas que sí es y otras que no es la música dodecafónica. La hermosísima música de Schoenberg no merece ser condenada por motivos que poco tienen que ver con la forma en la que suena y que, además, son falsos.
La música dodecafónica no es música matemática. No es música cerebral. No es música compuesta automáticamente ni por ningún otro medio que no sea el talento musical y la expresividad emocional del compositor. El uso de la serie dodecafónica no garantiza nada y es muy poco lo que impide, pero lo que hace es posibilitar nuevos grados y clases de unidad.
Una serie es un ordenamiento especial de las doce notas de la escala cromática. Schoenberg elegía una serie para cada composición y se ajustaba a esa serie -más las transformaciones básicas de la misma (como por ejemplo, tocarla hacia atrás, de arriba hacia abajo, o en una transposición ascendente o descendente)- en toda la obra. Las melodías pueden surgir de exposiciones de la serie como sucesión de notas. Las armonías pueden provenir de la ejecución de notas adyacentes de la serie simultáneamente y/o tocando dos o más formas de la serie a la vez. Por lo general, la serie no se oye directamente. Su sonido especial más bien da color a la naturaleza de las melodías y las armonías, de manera que los distintos temas tienen características básicas en común. Como los segmentos diferentes de una serie pueden ser repetidos libremente, no es verdad (a pesar de las afirmaciones en contrario de los críticos ignorantes) que tengamos que oír las otras once notas antes de que se pueda repetir una nota. Una serie no es un tema, ni una melodía, ni una secuencia de acordes, ni una forma. Pero, efectivamente, influye sobre todos estos elementos básicos de la expresión musical.
Alguien que no haya compuesto música dodecafónica puede pensar que esta utilización estricta de una serie constituye una rígida limitación para un compositor. Pero no es así en absoluto. La serie no es más limitativa que el uso de un tema generativo en una fuga de Bach, o el ajustarse a un tema en particular en un conjunto de variaciones. El uso musical de la serie requiere una técnica de composición prodigiosa. En manos de compositores de segunda, efectivamente puede convertirse en un sustituto de la imaginación. Pero Schoenberg siempre utilizó la serie con integridad y para crear música hermosa.
Se consideraba a sí mismo solamente como compositor, y despreciaba a los teóricos de la música que en sus composiciones buscaban las series en vez de buscar la música. Se rehusaba a enseñarles a sus alumnos la técnica dodecafónica, insistiendo en cambio en que dominaran el contrapunto tradicional de Bach y la armonía de Brahms. Es así que este hombre, que ha sido rotulado como el más grande revolucionario de la música, en realidad era un verdadero conservador. Reverenciaba la tradición y consideraba su música como una prolongación lógica de la de Mahler y Brahms. Deseaba que sus melodías fueran canturreadas como las de Chaikovski y sentía que, si permitía que la gente conociera el método dodecafónico, esto le impediría oír su lirismo.
Tenía razón. Se convirtió en un compositor muy discutido cuya música era escasamente interpretada. ¡Su música ha sido objeto de más tratados que interpretaciones! Cualquiera que escuche el Concierto para piano sin prejuicios, sin tratar de detectar las series o las técnicas, sabe qué hermosa es la música que Schoenberg podía escribir.
Fuente: hagaselamusica.com
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