De box, himnos, tortas y sandías

La cantante mexicano-estadounidense Ángela Aguilar (2003) hizo entrega de una controvertida interpretación del Himno Nacional Mexicano.

Ángela Aguilar
Por Jose Antonio Palafox Última Modificación mayo 18, 2021

Por José Antonio Palafox

Circula en internet un meme donde aparece la imagen de tremenda torta (de esas que te dejan trabada la mandíbula al intentar morderlas) acompañada de un texto que dice “Un mexicano puede cenarse una de estas completita, pero jamás comerá sandía en la noche porque cae pesada”. Una situación similar a la planteada en ese meme fue la que aconteció el pasado 8 de mayo en el AT&T Stadium de Arlington, Texas cuando, en la ceremonia previa al combate de box entre el mexicano Saúl Canelo Álvarez y el británico Billy Joe Saunders, la cantante mexicano-estadounidense Ángela Aguilar (2003) hizo entrega de una controvertida interpretación del Himno Nacional Mexicano.

Conviene recordar que esta es la segunda vez que recae en ella este honor (la primera fue en octubre de 2019, en el MGM Grand de Las Vegas, donde entonó con singular aplomo el estribillo de nuestro Himno Nacional en la pelea entre Saúl Canelo Álvarez y Serguéi Kovaliov). En aquella ocasión pasó desapercibido que la joven —que proviene de una añeja dinastía dedicada a cultivar la música ranchera— cantó un tono más abajo, pero esta vez el revuelo no se hizo esperar ante una muy sui generis versión de nuestro Himno Nacional con cierto dejo cercano al de la balada pop, inflexiones vocales propias de la canción ranchera y, sobre todo, un tempo insólitamente lento que —por lo que pudimos observar en las abundantes críticas que no se hicieron esperar— fue lo que más molestó a gran parte del público que estaba ya listo para ver al Canelo y a Saunders partirse la crisma. Todavía no empezaba la pelea y ya en las redes sociales había bromas, críticas, sarcasmos y hasta indignados usuarios que exigían a la Secretaría de Gobernación que multara a la cantante por “cambiar” el Himno Nacional. El escándalo alcanzó tales proporciones que incluso Juan Ortega, tataranieto de Francisco González Bocanegra (autor, junto con el compositor español Jaime Nunó Roca, del Himno Nacional Mexicano), tuvo que salir al quite para señalar que la interpretación hecha por Ángela Aguilar fue correcta, puesto que la composición original posee un compás de 4/4, que es mucho más lento que el compás de 2/4 con que suele interpretarse. Vista fríamente, esta bienintencionada afirmación nos convierte a todos los millones de mexicanos que durante años hemos entonado el Himno Nacional a 2/4 en los verdaderos infractores a quienes hay que sancionar. Peor aún, si nos ponemos tan inflexibles como quienes exigieron castigar a Ángela Aguilar, los niños y adolescentes que con total inocencia hacen trizas nuestro Himno en los tradicionales concursos de escoltas (cualquier padre de familia que haya estado presente en uno de estos eventos escolares se ha percatado de que lo que los chiquitines están interpretando se parece a todo menos al Himno Nacional) serían merecedores no solo de una fuerte multa, sino de varios años de prisión.

El hecho es que nuestro Himno Nacional es un canto patriótico que, por consenso, se interpreta de manera marcial y solemne, aunque no hay una regla escrita sobre la manera exacta de ejecutarlo (y la partitura original no arroja mucha luz al respecto). Todos los mexicanos sabemos que sería una imperdonable falta de respeto ultrajarlo de cualquier manera, pero Ángela Aguilar no incurrió en ninguna falta merecedora de sanción. El artículo 38 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales indica: “El canto, ejecución, reproducción y circulación del Himno Nacional se apegarán a la letra y música de la versión establecida en la presente Ley. La interpretación del Himno se hará siempre de manera respetuosa y en un ámbito que permita observar la debida solemnidad”, y el artículo 39 advierte: “Queda estrictamente prohibido alterar la letra o música del Himno Nacional y ejecutarlo total o parcialmente con composiciones o arreglos. Asimismo, se prohíbe cantar o ejecutar el Himno Nacional con fines de lucro”. La interpretación de Ángela Aguilar fue respetuosa (en ningún momento se le vio riéndose o bailando), sin alteración de la letra (cantó correctamente y completitos el estribillo y la estrofa correspondientes, cosa de la que no todos podemos enorgullecernos), sin alteración de la música (su interpretación a capella fue correcta), sin arreglos (en ningún momento se incluyeron nuevos elementos musicales ni se modificó la melodía) y sin fines de lucro (nadie puede recibir dinero por interpretar nuestro Himno Nacional).

Moleste a quien moleste, el hecho es que Ángela Aguilar —a quien muchos no conocíamos antes de este incidente— continuará con su carrera y nuestro Himno Nacional seguirá siendo interpretado con mayor o (casi siempre) menor fortuna por los más diversos artistas (larga es la lista de penosas interpretaciones hechas por cantantes víctimas de amnesia, nerviosismo o inesperados arranques de la más disparatada creatividad) en los más variados eventos, suscitando las más distintas opiniones. Por lo mientras (y tormentas en vasos de agua aparte) lo bueno fue que esa noche la victoria del Canelo Álvarez sobre Billy Joe Saunders dejó satisfecho al público. Como dice el meme: nos zampamos la torta, pero nos cayó pesada la sandía.

Jose Antonio Palafox
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