Por José Antonio Palafox
¿Cómo hacer que los más pequeños se interesen por la música clásica? ¿Hay que amarrarlos a una silla y ponerles el ciclo sinfónico de Mahler una y otra vez hasta que se lo aprendan de memoria? ¿Hay que ponerles audífonos con un CD de Händel mientras duermen para que la música penetre en su inconsciente? ¿Tal vez escondiendo todos sus discos de Cri-Cri o de Justin Bieber y dejando a la mano solo las obras completas de Johannes Brahms? Medidas radicales aparte, lo cierto es que, en general, a los niños les encanta la música, y —aparte de las modas musicales con que su entorno inevitablemente los bombardea— suele gustarles lo que acostumbran escuchar los adultos que viven con ellos.
Cuando se trata de rock, baladas pop o cumbias no hay mucho problema, porque son composiciones que cuentan con melodías silbables, letras fáciles de entender y ritmos pegajosos que invitan a bailar. Características ideales para los niños, que están llenos de energía. Pero, ¿qué sucede con un género musical como el clásico, que puede llegar a ser apabullantemente abstracto y cuyo principal requisito es que el escucha permanezca quieto y callado para que pueda captar la esencia de lo que los sonidos le están diciendo? Peor aún si son obras extensas: ¿qué niño en su sano juicio es capaz de resistir dos horas sentado en silencio, viendo la espalda de un señor que agita frenéticamente las manos frente a otras personas que parecen no hacerle caso porque están ocupadas tocando un montón de instrumentos?
Sin embargo, frente a la aridez creativa disfrazada de aturdidora pluralidad de opciones que parece caracterizar a nuestro tiempo, la aproximación de los niños a la música de concierto resulta no solo fundamental, sino necesaria. Desde atractivos videos de animación basados en arias de ópera hasta veladas sinfónicas especialmente estructuradas para que los niños se diviertan, ideas y propuestas para lograr tan noble cometido nunca faltan. Y una de ellas es la que la pianista Ana Gerhard plantea en su serie de libros Introducción a la música de concierto, que consta hasta el momento de tres volúmenes: Las aves, Seres fantásticos y El agua, este último ganador del prestigioso Parents Choice Award en el 2016.
A lo largo de su carrera, Ana Gerhard no solo se ha dedicado a tocar el piano, sino que también se ha esforzado por promover el gusto por la música “seria” entre el público infantil, tanto en programas de radio (Radio Educación y Opus 94) como con espectáculos de títeres (la compañía de teatro guiñol Allegro Scherzando) y, actualmente, con los libros de Introducción a la música de concierto, cuyo objetivo es acercar a los pequeñines al mundo de la música clásica de una manera original e instructiva por medio de una serie de textos en los que se establece una correlación entre un tema determinado y obras musicales representativas. Así, por las páginas de estos volúmenes desfilan duendes, hadas, brujas y gnomos (Seres fantásticos), la fascinación humana por el vuelo y el canto de los pájaros (Las aves) y la capacidad única que posee el agua para estimular nuestros sentidos (El agua). A cada uno lo acompaña un espléndido CD con veinte fragmentos musicales de un amplio espectro de compositores, que van desde el barroco (Giuseppe Tartini y Johann Sebastian Bach, por ejemplo) hasta las vanguardias contemporáneas (Tōru Takemitsu y Mario Lavista, entre otros). Con ellos, mientras leen, los niños podrán escuchar distintas maneras en que los músicos entendieron y plasmaron estos temas. Como complemento, cada libro incluye las biografías de los respectivos compositores, información sobre las obras interpretadas y un práctico glosario de términos musicales, además de que están bellamente ilustrados por tres artistas de primerísimo nivel: las argentinas Cecilia Varela (Las aves) y Claudia Legnazzi (Seres fantásticos), y la mexicana Margarita Sada (El agua). De esta manera, el acercamiento a la música propuesto por Ana Gerhard resulta integral, ya que, a la par que los temas elegidos sirven como atractivo equivalente literario y visual de la música propiamente dicha, los datos adicionales ofrecen al pequeño lector un panorama muy completo de los diversos periodos (barroco, clasicismo, modernismo) y estilos (sinfonía, ópera, ballet) que conforman el fascinante mundo de la música clásica, todo explicado de una manera muy sencilla, digerible y para nada aburrida.
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