El ensordecedor y rítimico traqueteo de un helicóptero, para Karlheinz Stockhausen era música. El compositor alemán combinó el sonido de cuatro de estas aeronaves con la interpretación simultánea de dos violines, una viola y un violonchelo, cada uno ejecutado desde el interior de una cabina en vuelo, y creó así la que ha sido una de sus obras más famosas. La histórica hazaña musical fue protagonizada por el Cuarteto Arditti.
Irvine Arditti recuerda en entrevista el trabajo que le costó convencer al genio musical-fallecido en 2007- de escribir su único cuarteto de cuerdas.“Cuando le pedí que compusiera algo para nosotros, su reacción no fue muy favorable, así que insistí e insistí”, dice Arditti. Fue el Festival de Salzburgo el que le comisionó la obra, que concluyó en 1996.,
En la carta en la que Stockhausen le contestó al violinista británico que quizá aceptaría el encargo, le comentó que había tenido un sueño sobre la pieza y que probablemente lo realizaría. De los helicópteros, el fundador de uno de los cuartetos más importantes del mundo se enteró hasta que vio la partitura.
“Creo que le daba miedo escribir un cuarteto. Él nunca escribía para cuerdas (…) ¡Hizo una pieza que no podríamos interpretar en ningún concierto!”, añade con humor quien únicamente ha podido tocar la obra en cuatro ocasiones.
Cuatro décadas de virtuosismo
La anécdota es una entre muchas sobre la tenacidad de Arditti por impulsar la creación para este tipo de ensamble. Estima que se han escrito unas 600 obras para su agrupación, un repertorio que incluye nombres monumentales como Xenakis, Cage, Lachenmann, Ligeti, Berio, compositores mexicanos como Javier Torres Maldonado, Hilda Paredes, Rodrigo Valdés Hermoso, Hebert Vázquez, y también de compositores emergentes.
“Hemos inspirado a los grandes maestros a componer”, se congratula. “Cuando empezamos (en 1974) ya no se escribía mucho para cuarteto, el género casi estaba muriendo; los compositores lo veían como una forma clásica muy conservadora”.
Es precisamente la generación de repertorio contemporáneo para cuatro cuerdas lo que Arditti considera la mayor aportación del ensamble que dirige, a lo largo de 40 años. “Nuestro mayor logro es hacer esto por cuatro décadas sin desvirtuar la intención original, sin rendirnos ante influencias comerciales, sino haciendo lo que queremos”, afirma.
El músico se dice intrigado por aquellos autores que realmente conocen y exploran el género, dándole continuidad a una tradición que se remonta a Haydn, a través de lenguajes contemporáneos, y cita como ejemplo a Iannis Xenaquis, cuyo Tetras considera un parteaguas.
El Arditti String Quartet ha reunido un acervo de más de 190 discos y estrenos mundiales que incluyen obras maestras, además de reconocimientos como el prestigiado Premio Musical Ernst von Siemens 1999 por su trayectoria.
“Al recibirlo pensé que aún no habíamos terminado; pero 40 años es un punto razonable para reconocer el logro de este largo repertorio para cuerdas que hemos contribuido a crear”, considera.
Para Arditti, el tipo de ensamble al que ha dedicado la mayor parte de su trabajo conforma una estructura de inigualable balance, cuyo diálogo entre músicos alcanza una particular homogeneidad. “Es una formación que permite ir muy lejos, Beethoven fue mucho más allá en sus cuartetos de cuerda que con su música sinfónica”.
El grupo integrado también por Ashot Sarkissjan (violín segundo), Ralf Ehlers (viola) y Luchas Fels (violonchelo) ha realizado giras alrededor del mundo con programas diversos que, a decir de Arditti, reúnen una muestra de lo que el grupo considera las mejores obras de su repertorio.
Arditti admite que la música a la que dedica su vida no es para todos. Pero asegura que las cifras de afluencia no son relevantes. “La gente que va a escuchar música clásica a la sala de conciertos va a sentirse seguro, a oír lo que ya conoce; quien va a un concierto de música contemporánea va a sorprenderse con algo que desconoce. De hecho tenemos más público que viene del rock que del ámbito clásico”, observa el intérprete. “Ligeti me dijo una vez que el arte nunca era apreciado por las masas, y eso es cierto”.
Fuente: María Eugenia Sevilla, en El Financiero
Comentarios