1723. El compositor Johann Sebastian Bach (1685-1750) —encarnado por el director de orquesta, organista y clavecinista alemán Christian Brembeck— es nombrado cantor (director musical y responsable del coro) de la Thomasschule en la iglesia luterana de Santo Tomás de Leipzig, ciudad a la que se traslada con su familia y en la que es visto con cierto recelo, aunque nadie duda de su talento. A la par, en el Leipzig de la primera mitad del siglo XIX, el compositor Felix Mendelssohn (1809-1847) —interpretado por el pianista español Daniel Ligorio— acompaña a su madre (la actriz española Lina Lambert) a comprar carne y descubre que el tendero envuelve los bistecs de ternera en hojas de papel pautado que resultan ser partituras de Johann Sebastian Bach. Por su parte, en pleno siglo XXI, un camionero (el actor catalán Alex Brendemühl) que transporta instrumentos musicales en su vehículo toca música de Bach en el fagot como una manera de encontrarse a sí mismo; su acompañante (Antonio Serrano) interpreta las Variaciones Goldberg en la armónica para amenizar el recorrido; un anciano (Franz Schuchart), caracterizado con vestimenta y peluca de época, se desempeña como guía de turistas en los lugares de Leipzig donde vivió Bach; un vendedor de pianos (el actor francés Féodor Atkine) y un vendedor de libros (el escritor español Jaume Melendres) dialogan sobre el poder destructor de la música, y la esposa del vendedor de pianos (que representa al mundo profano) y el director de la Coral de Santo Tomás (que representa al mundo sacro) conversan sobre el poder regenerativo de la música. También veremos, entre otras cosas, a un grupo de violonchelistas que ofrecen una insólita interpretación del preludio de la Suite para violonchelo No. 1, BWV 1007 dentro de un vagón de metro, y hasta una pianola que ofrece su muy particular interpretación de las Variaciones Goldberg.
Estructurado como una serie de viñetas independientes e inconexas, sin argumento propiamente dicho ni una secuencia narrativa lineal, El silencio antes de Bach (2007) es un filme dirigido por el cineasta catalán Pere Portabella (1927) —productor de películas como Los golfos (Carlos Saura, 1960), El cochecito (Marco Ferreri, 1960) y Viridiana (Luis Buñuel, 1961), además de director de algunos títulos clave de la vanguardia experimental española: Nocturno 29 (1969), Cuadecuc, vampir (1971), Umbracle (1972), El sopar (1974) y Pont de Varsòvia (1990)—, cuya obra siempre se ha caracterizado por el rechazo a las estructuras cinematográficas convencionales para establecer un diálogo absolutamente libre y crítico entre el cine y las demás artes, en este caso la música y la arquitectura.
Película inclasificable, El silencio antes de Bach es una especie de poema sonoro y visual en el que pasado y presente, arte e historia, música e imágenes se entrelazan en secuencias que navegan de una manera fascinantemente ambigua entre la ficción y el documental para reafirmar el carácter universal y atemporal de la obra de Johann Sebastian Bach, erigida como colosal ejemplo de la armonía universal que se encuentra en todo lo existente. Enmarcándolo entre dos espacios en blanco dominados por el más absoluto silencio, el cineasta nos propone un insólito recorrido de carácter poco menos que metafísico a lo largo de cuatro siglos en el que despliega con sabio equilibrio recursos como la asincronía entre imagen y sonido, saltos temporales y espaciales, el uso deliberado de anacronismos y un admirable sentido rítmico para crear una delicada estructura arquitectónica cuyo entramado se revela, por ejemplo, en la manera en que la cámara recorre los tubos del órgano hasta hacerlos parecer inmensos rascacielos, o en la yuxtaposición de las modernas columnas de la estación del metro y las columnas góticas de la iglesia de Santo Tomás. Y es en este espacio cuidadosamente diseñado que el cineasta hace resonar las notas de la música de Johann Sebastian Bach (además de un par de piezas de Mendelssohn y uno de los Estudios para órgano de György Ligeti) como una manera de mostrar la dimensión trascendental de la creación artística a través de la figura de uno de sus principales exponentes.
El silencio antes de Bach tiene diálogos en español, italiano y alemán, y aunque la calidad de la copia que ofrecemos a nuestros amables lectores dista de ser óptima (amén de que cada determinado tiempo aparece en pantalla una leyenda que indica “Copia para uso no comercial”), se trata de un espléndido trabajo cinematográfico, ineludible para quien desee reflexionar sobre las relaciones existentes entre el cine y la música, el arte y la Historia y el genio y el hombre.
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