La Ópera de San Francisco celebra su centenario y recientemente estrenó su producción de una nueva obra de Gabriela Lena Frank, El último sueño de amor de Frida Kahlo y Diego Rivera, cuyo aclamado estreno mundial tuvo lugar en 2022 en la Ópera de San Diego. Posteriormente se presentó en la Ópera de Los Ángeles con igual éxito.
El connotado crítico musical, Alex Ross, escribió sus impresiones de la obra y la compositora: “…una meditación mágico-realista sobre las vidas y el amor entre Frida Kahlo y Diego Rivera revela un talento significativo para el teatro musical. La compositora, nacida en Berkeley, California de padre lituano y madre china-peruana, demuestra maestría en las complejidades de la composición operística en este, su primer intento, y ha producido una partitura realmente inspirada, exenta de momentos vacíos o prolongados”.
El libreto es del dramaturgo Nilo Cruz; la acción ocurre el Día de los muertos de 1957 en la Ciudad de México. Rivera se encuentra ante la tumba de Frida Kahlo, fallecida tres años antes. Una vendedora de flores, encapuchada, se mueve por el cementerio y resulta ser Catrina, la guardiana de los muertos (la figura de la Catrina aparece de forma destacada en el mural de Rivera, “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central)”.
“En el inframundo, Catrina reúne a un grupo variopinto de muertos para su peregrinación anual. Kahlo, aún traumatizada por su vida terrenal, se rehusa – en un principio a participar en la expedición pero escucha los lamentos distantes de Diego y finalmente decide ir. Al encontrarse con Frida, Diego decide que su momento de partir ha llegado y los dos artistas descienden juntos”.
“El reto de mezclar biografía y mito podría desanimar a un compositor menos diestro; uno podría imaginarse una partitura atiborrada de efectos folclóricos mexicanos y sonidos sobrenaturales. En cambio, desde un principio Frank establece un clima de ensoñación luminosa con disonancias corrosivas que recuerdan a Kaija Saariaho . Ligeros toques de trompeta sugieren levemente al mariachi, pero Frank opta por un sonido abstraído de música local. Aunque hay demasiadas referencias a Peter Grimes, emerge una voz muy propia: límpida, mercurial, fantasmal, una mezcla mágica: Rivera habla con Frida acompañado de xilófono, marimba, celesta y arpa ; la laguna Estigia pintada por Monet.
La producción, dirigida por Lorenza Maza, contó con escenografía de Jorge Ballina, vestuario de Eloise Kazan e iluminación de Víctor Zapatero, es tan atractiva visualmente como las mejores que he visto en los últimos años”.
Ross también expresa su entusiasmo por los intérpretes entre los que figuraron el barítono mexicano Alfredo Daza, como Rivera y, en la dirección de orquesta, Roberto Kalb. ..
Fuente: Alex Ross, The New Yorker, 07/10/20
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