Roberto Alagna Fausto
Inva Mula Margarita
Paul Gay Mefistófeles
Ópera Nacional de París, dirige Alain Altinoglu
Charles Gounod se sintió atraído de un modo especial por el aspecto religioso que plantea la obra de Goethe. Sus inquietudes místicas, que le habían llevado en su juventud a ingresar por algún tiempo en el seminario, lo llevaron a considerar de gran interés el episodio de Marguerite, aunque endulzándolo para transformarlo en una historia en la que acabara resplandeciendo la virtud frente a las tentaciones del diablo que está presente en la escena. En Alemania, aunque esta ópera es popular, no le perdonaron su falta de rigor con el mito de Fausto ni la orientación totalmente sentimental que los libretistas imprimieron al drama de Goethe.
La ópera alcanzó un buen éxito, pero fueron el tiempo y los sucesivos cambios los que la convirtieron en la más célebre del repertorio francés. Tras el estreno parisino pasó a Estrasburgo, donde adoptó forma de ópera lírica con recitativos orquestales y no “hablados”. Desde entonces continuó su carrera ascendente hasta que fue conocida en toda Francia. La Ópera de París decidió ponerla en escena aunque exigió a Gounod los oportunos retoques para que su obra se ajustara al modelo de espectáculo del gran teatro. Se le añadieron un gran ballet (la escena de La noche de Walpurgis) y varias escenas complementarias, como un aria para Marguerite y otra para Siebel que, posteriormente, se ha considerado oportuno desestimar por la longitud de la partitura. Así, estrenada en forma de grand opéra, Faust alcanzó su éxito definitivo en París, convirtiéndose en imprescindible en el cartel anual de la Ópera. No es extraño que alcanzase las mil representaciones en 1894 y las dos mil en 1934; actualmente ronda las tres mil.
Fuente: kareol.es
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