Hablemos de Haydn

Por Francesco Milella Padre del clasicismo, de la sinfonía, del cuarteto: el afán posmoderno de construir mitos y leyendas capaces de crear mundos desde cero […]

Por Música en México Última Modificación noviembre 16, 2019

Por Francesco Milella

Padre del clasicismo, de la sinfonía, del cuarteto: el afán posmoderno de construir mitos y leyendas capaces de crear mundos desde cero encontró en Franz Joseph Haydn una víctima realmente cómoda. Su extraordinaria herencia musical (cantidad y calidad) transformó a Haydn en el único punto inicial, el padre de una historia -la de la música “clásica”- que no parecía admitir demasiadas contextualizaciones históricas (lo mismo, veremos, pasó con Mozart: qué difícil es humanizar a los padres, los mitos). De esta forma, terminamos por conocer a Haydn, su rostro puntiagudo y su peluca blanca junto a sus sinfonías y cuartetos, tranquilizadores como solo el clasicismo sabía serlo, pero no su vida, su verdadera identidad musical, su relación con su pasado y su presente. Hablando hoy de Haydn no pretendemos ni destrozar la relevancia de su música en la historia de la cultura europea (no cabe duda de que es él el padre de la sinfonía, si es que es tan necesario encontrar uno), ni mucho menos ofrecer un panorama completo y exhaustivo sobre su vida y su música. Lo que trataremos de hacer es crear estímulos para mirar y escuchar a Haydn de forma distinta, contextualizándolo en su época. 

La vida de Haydn (1732-1809) abarca un periodo histórico y cultural tan grande como la distancia que separa a Vivaldi de Beethoven, compositores que, en formas distintas pero muy intensas jugaron un papel determinante en su trayectoria musical: el primero al principio de su vida, cuando Haydn, originario del pueblo austriaco de Rorhau, comienza sus estudios en la Viena barroca bajo la influencia de la música italiana (Nicola Porpora fue su gran maestro) y bohemia; el segundo al final, cuando, durante la dominación napoleónica, Haydn se transformó en el ídolo de la Viena romántica cautivando la atención de las nuevas generaciones musicales. Sin embargo, entre Vivaldi y Beethoven, entre el barroco y el romanticismo, Haydn pudo y supo absorber estímulos y experiencias muy distintas que transformaron su nombre y su música en un fenómeno global. 

Del 1762 al 1790 Haydn trabajó para la rica y poderosa familia Esterházy, disfrutando de la libertad, el tiempo y los instrumentos necesarios para explorar el universo musical y crear la mayor parte de la sinfonías, misas, óperas y cuartetos que hoy conocemos. A pesar de vivir “encerrado” en una corte austriaca cerca de la frontera con Hungría, la música de Haydn viajó con extraordinaria rapidez por toda Europa y más allá del Atlántico (las partituras de Haydn fueron las más buscadas por el público criollo de América Latina a partir de 1770). A pesar de los distintos viajes que Haydn realizó después de la muerte de Miklós Esterházy en 1790, Viena fue donde su música logró brillar más  como representante de todos los valores políticos, sociales y culturales que el Imperio Habsburgo quiso promover a partir de María Teresa. 

Pero ¿cómo podemos definir su música? ¿Cuáles son sus características fundamentales? Y ¿cómo fue cambiando su lenguaje en el curso de su trayectoria artística? La primera fase de su vida, por lo menos hasta 1762 se identifica por un gusto profundamente galante y barroco tardío marcado por una fuerte influencia de la sinfonía de Sammartini y Stamitz y del concierto vivaldiano. 

Cuarteto op. 1 n. 1 en Si bemol mayor (1756):

A partir de 1762, en la corte de la familia Esterházy, Haydn comienza la fase de experimentación y consolidación de lo que pronto se conocerá como estilo haydiniano a través del estudio y de la propia reelaboración de modelos de su época y del pasado: Carl Philipp Emmanuel y Johann Christian Bach,  junto al joven Mozart en el repertorio instrumental, Gluck, Hasse y Jommelli en el ámbito operístico, la escuela napolitana de Pergolesi y Durante para el repertorio sacro. De cada uno de ellos Haydn fue tomando ideas, soluciones y gustos para construir un lenguaje nuevo, perfectamente equilibrado y racional, pero al mismo tiempo expresivo y elegante. Sus sinfonías son un ejemplo fundamental para entender más de cerca la complejidad y belleza de su música: con él nace lo que se conoce como sinfonía moderna en cuatro movimientos, un esquema que Haydn consolida a partir de los años setenta del siglo XVIII sin nunca más abandonarlo. A su vez, cada movimiento tiene su propia estructura. El primero, por ejemplo, se divide en cinco partes: una introducción lenta para luego presentar el primer tema (exposición) que se repite dos veces, una fase de desarrollo en donde los diferentes temas de la exposición se transforman y se mezclan con nuevo material, una cuarta parte en donde se retoma el tema principal para pasar a la “coda” (literalmente, la cola) que cerraba el movimiento. Obviamente toda esta estructura tan sólida y funcional desaparecía frente a la riqueza y fuerza de todos los temas que cada parte presentaba. El resultado era una composición perfectamente organizada, pero, al mismo tiempo, natural y espontánea al oído del público. 

Sinfonía n. 60 “Il Distratto” (El distraído) en Do Mayor:

Concierto para violonchelo n. 2 en Re mayor (1783):

Ópera “Il mondo della luna” (1777):

La fase final de su vida, con sus viajes a Inglaterra y su triunfo definitivo en Viena, acercaron a Haydn a un estilo más popular: sin abandonar la solidez compositiva de su madurez, su música fue buscando una dimensión melódica más accesible al gran público. El éxito fue total y definitivo. Cuando Haydn muere en Viena en 1809, la música estaba ya entrando en el romanticismo: Beethoven ya había escrito sus primeras sinfonías, las grandes sonatas para piano y el Triple Concierto rompiendo así la cultura europea con su fuerza prometeica y el dominio del individuo ante la sociedad. Napoleón estaba a punto de entrar a Viena con sus tropas marcando el inicio de la Europa liberal y posrevolucionaria, tan distinta a la que Haydn había conocido en la corte Esterházy, donde estaba obligado a vestirse como todos los trabajadores de la corte. Pero su música seguía viva: Haydn había abierto un nuevo camino marcando un modelo compositivo y estético que solamente las vanguardias del siglo XX se atreverán a superar. 

Sinfonia “Military” (Militar) en Sol Mayor (1793):

Harmoniemesse (1802)

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