Autor de un puñado de películas poco convencionales —La tercera parte de la noche (1971), El diablo (1972), Lo importante es amar (1975), Posesión (1981), Mis noches son más bellas que tus días (1989)— en las que disecciona seres humanos resquebrajados con psiques enfermas en entornos asfixiantes, el polaco Andrzej Żuławski (1940-2016) dirigió en 1991 La note blue, un espléndido filme que aborda la etapa final de la vida creativa del pianista y compositor Frédéric Chopin (1810-1849).
Nos encontramos en Nohant, Francia, en el verano de 1846. En el cerrado espacio de la casa de George Sand —seudónimo de la escritora Aurore Dupin (1804-1876)—, confluye una multitud de visitas entre las que destacan el pintor Eugène Delacroix (1798-1863), los novelistas Iván Turguénev (1818-1883) y Alejandro Dumas, hijo (1824-1895), la compositora y cantante de ópera Pauline Viardot (1821-1910) y su padre, el escritor Louis Viardot (1800-1883). Al mismo tiempo, hay una gran tensión latente entre la anfitriona y su hija Solange (1828-1899), quien está comprometida en matrimonio pero flirtea abiertamente con Chopin, compañero sentimental de Sand desde hace casi una década. Por su parte, el músico se encuentra totalmente destruido por la tuberculosis que no tardará en llevarlo a la tumba, y cada vez le resulta más agotador concluir su última obra (vivirá tres años más, pero ya no volverá a componer nada). Hace tiempo que el amor entre él y George Sand se ha marchitado, pero la escritora le ha pedido un esfuerzo supremo para guardar las apariencias. Sin embargo, la aparición del impetuoso escultor Auguste Clésinger (1814-1883), quien desea a toda costa ganarse el amor de Solange, pondrá en peligro el frágil equilibrio que reina entre los protagonistas.
Sin renunciar a su estilo personal abundante en tintes surrealistas, con un extraño ritmo narrativo lento e hipnótico y una impalpable tristeza que flota perennemente en derredor de los personajes, Zulawski hace entrega de una película exquisita que nos recuerda por momentos al Fellini de Julieta de los espíritus (1965). El Chopin de Żuławski es un ser humano muy enfermo físicamente y exhausto anímicamente, que sufre colapsos y escupe sangre mientras lucha por proseguir su labor creativa en un alucinante entorno por el que deambulan extraños fantasmas cuya presencia se intensifica a medida que avanza el filme. Por su parte, los amigos del compositor preparan comidas, entablan discusiones sobre arte y muestran al enfermo su apoyo incondicional mientras ante sus ojos se desarrolla la lucha interna de una vida creativa que se niega a apagarse y se revela inevitablemente qué tan rota está la relación entre Chopin y Georges Sand.
En los papeles protagónicos de este largometraje se encuentran el reconocido pianista polaco Janusz Olejnizak (1952) en un magnífico debut actoral como Frédéric Chopin y las actrices francesas Marie-France Pisier (1944-2011) y Sophie Marceau (1966) como —respectivamente— George y Solange Sand. El desempeño de los tres resulta admirable, ya que logran transmitir una intensidad emocional pocas veces vista. Completan el reparto la soprano suiza Noëmi Nadelmann (1962) como Pauline Viardot, el actor francés Féodor Atkine (1948) como Eugène Delacroix y el actor y director de escena francés Aurélien Recoing (1958) como Auguste Clésinger. Mención aparte merece el magistral uso de la música, que se sucede casi ininterrumpidamente durante las poco más de dos horas que dura el filme y que sirve no solo para entretejer la sucesión de escenas que conforman La note bleue, sino también para envolver al espectador y transportarlo a un curioso estado de ensoñación. La interpretación de las piezas de Chopin corrió a cargo, por supuesto, del propio Janusz Olejnizak, y las arias de óperas de Mozart (Don Giovanni y Las bodas de Fígaro), Bellini (La sonámbula), Donizetti (Don Pasquale y Lucia di Lammermoor) y Rossini (El barbero de Sevilla) fueron interpretadas por Noëmi Nadelmann.
Desafortunadamente, la única copia completa de La note bleue que pudimos encontrar se encuentra en su idioma original, francés, sin ningún tipo de subtítulos. Esperamos que esto no sea impedimento para que nuestro amable lector disfrute una película biográfica realmente destacable.
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