En una biografía reciente, el historiador inglés Paul Johnson aporta su versión sobre la vida y – particularmente – las circunstancias que rodearon la muerte del gran músico:
“Se han escrito muchas tonterías sobre la enfermedad fatal, la muerte y el entierro de Mozart. Sus últimos días fueron descritos muchos años después por Sophie, la hermana menor de su esposa Constanze, cuyo testimonio tiene el valor de la inmediatez. Mozart había visto a los mejores médicos de Viena, y la causa oficial de su muerte fue hitziges Friesel Fieber (fiebre de campo severa). La historia de que fue envenenado es una fantasía total como lo es apuntar al compositor Salieri como su asesino. Salieri fue frecuentemente acusado de intrigante (por Leopoldo, padre de Mozart y otros) cuando en realidad todos los compositores italianos lo eran. Salieri era un hombre muy trabajador y bien dispuesto hacia Mozart en su última fase creativa. El propio Mozart registró que en una representación de La flauta mágica, Salieri aplaudía y gritaba bravo o bello después de cada aria. Sin duda, Amadeus la obra teatral y película escrita por Peter Shafer, han sido las más responsables de esta difamación. Tampoco es verdad que Mozart tuvo un funeral de indigente debido a la penuria de su esposa. Sin duda que Constanze fue aconsejada de no celebrar un entierro ostentoso o caro. Pero el modesto entierro en una fosa común, en el camposanto de la iglesia de San Marco en las afueras de Viena, se efectuó conforme a las costumbres funerarias en uso. Asistió un buen número de músicos – entre ellos, Salieri. Se realizaron varios homenajes, por ejemplo, una misa de réquiem en Praga, con 120 músicos, el 14 de diciembre de 1791,en la que estuvieron presentes 4,000 personas; en Viena se organizó un concierto en beneficio de Constanze el 23 de diciembre que recaudó 1,500 gulden, de los cuales 120 fueron aportados por el emperador. Pero siempre hubo problemas de dinero en la familia. Se ha estimado que el ingreso promedio de Mozart en los últimos once años de su vida fue de 3,500 gulden; en comparación, los ingresos de la cantante Nancy Storace, figura prominente en Viena en la década de 1780, promediaban 4,500 gulden anuales. Un sirviente masculino ganaba hasta 120 guldens al año; un maestro de primaria, 100. Constanze pudo liquidar todas las deudas de Mozart – que no eran cuantiosas – y obtuvo una pensión real equivalente a un tercio del sueldo de Mozart.
El Dr. Adolfo Martínez Palomo, que ha dedicado muchas horas de investigación a las historias clínicas de grandes compositores, escribe lo siguiente sobre la muerte de Mozart: “A lo largo de más de cien años, aclarar las causas del padecimiento que llevó a Mozart a la muerte ha intrigado a profesionales de la medicina más que las de cualquier otro gran personaje histórico. La lista de artículos científicos sobre el tema, publicados en revistas médicas, es interminable; decenas de médicos hurgan en las numerosas biografías del compositor, analizan los testimonios escritos de sus contemporáneos y tratan de descifrar los registros de las autoridades de salud de la Viena de fines del siglo XVIII. La mejor prueba de la falta de consenso sobre este asunto es el hecho de que, hasta el año 2000, se han enlistado ciento cuarenta causas de la muerte de Mozart, así como veintisiete supuestas enfermedades mentales, casi todas resultado de la imaginación calenturienta y de la falta de oficio de profesionales de la medicina, pero solo aprendices de historiadores”.
“Mi conclusión es que nunca sabremos a ciencia cierta la naturaleza de la enfermedad mortal del compositor. La información histórica integrada con conocimientos médicos modernos coincide en la naturaleza infecciosa de un padecimiento que produjo, a la larga, insuficiencia renal terminal.
“A fin de cuentas, la motivación principal de los que ahondamos en la biografía médica de Wolfgang, no es llegar a un diagnóstico clínico certero, sino explicar las razones de la que es, tal vez, la muerte prematura más lamentable en la historia del arte y, con ello, acercarnos un poco más al personaje que enriquece y seguirá enriqueciendo a la humanidad con la lucidez, la gracia, la perfección y el balance de su música”.
Fuentes: Paul Johnson, Mozart, a Life, New York, Viking, 2013. Adolfo Martínez Palomo, Músicos y medicina, México, El Colegio Nacional, 2015.
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