En mayo pasado, surgió una álgida polémica en torno a la producción de Romeo Castellucci en el Teatro Real de Madrid de la monumental ópera Moisés y Arón, de Arnold Schönberg, pero no por la música sino por la inclusión de un toro vivo en escena. En un país donde algunas regiones han prohibido las corridas de toros y otras voces las siguen considerando parte de la herencia cultural, fue una sorpresa la denuncia en contra de la participación del toro llamado Easy Rider – que pesa 1,500 kilos y cuyo sueldo ronda los 22mil euros por siete funciones. La petición de retirar al toro reunió rápidamente 48mil firmas.
El director del Teatro Real aseguró durante la representación que “el toro se encuentra en las mejores condiciones” y negó que el animal haya sido drogado, sedado o que se le haya administrado medicamentos, “es un toro tranquilo, no necesita absolutamente nada, ha sido elegido por ese carácter”. Una protesta similar se registró en Francia (22mil firmas) cuando se presentó esta misma producción – con todo y toro – en la Ópera Nacional de París en 2015.
Fuentes: La Vanguardia; Opera.
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