La moda del rock’n roll en México

La juventud mexicana cogió el rock'n'roll y pretendió asumirlo como propio, pero de él captó solamente el comercialismo, dejando de lado el carácter de rebelión

Por Música en México Última Modificación enero 4, 2023

El rock’n roll de Estados Unidos fue sobre todo una imagen social. Aunque se vio distorsionado por sus propias características comerciales, no dejó de simbolizar una mítica rebelión de la juventud en contra de los valores establecidos.

Entre los años 1955 y 1956 el rock’n’roll se convirtió en un movimiento musical con un mercado en expansión tan grande que necesariamente tuvo que exportarse. La juventud mexicana cogió el rock’n’roll y pretendió asumirlo como propio, pero de él captó solamente el comercialismo, dejando de lado el carácter de rebelión que se suponía implícito en la música imagen de sus intérpretes originales. En México los aficionados al rock’n’roll eran, por lo general, jóvenes de clase acomodada que estudiaban en colegios particulares, aprendían inglés y contaban con fondos suficientes para consumir los discos de moda o comprar el carísimo equipo de sonido indispensable para tocar rock’n’roll.

A pesar de las protestas de los adultos y el gran escándalo ante la nueva generación desenfrenada, el rock’n’roll llegó a México para quedarse, y tuvo un éxito que se prolongó por varios años.

Al iniciarse la invasión del rock’n’roll en México, el panorama musical de la canción mexicana no estaba de ningún modo muerto. A fines de los cincuenta los tríos románticos recibieron el impulso de Álvaro Carrillo, quien revitalizó el bolero moderno; José Alfredo Jiménez compuso algunas de sus mejores canciones en los sesenta. Estaban en pleno apogeo artistas como Juan Mendoza el Tariácuri y Lola Beltrán; surgía Javier Solís, el nuevo ídolo del bolero ranchero; La Sonora Santanera se introducía en un ambiente que contaba con grupos tan famosos como el de Mariano Mercerón, la orquesta de arquitectura o la de Pablo Beltrán Ruiz.

Cómo fiebre temporal And inofensiva como las modas del yo-yo y las canicas, el rock’n’roll empezó a tener pegue en México como producto comercial. Los jóvenes y gran cantidad de adultos se identificaron con el nuevo ritmo.

Durante 1000 959,960 los discos de rock’n’roll mexicano se tocaron de Cassen casa sin tregua alguna. Apoyadas en imposibles traducciones adaptaciones del texto norteamericano, las canciones de los grupos mexicano se fueron colocando los primeros lugares de venta de discos. Lo infantil de la letra era tan sólo equivalente a lo elemental de los arreglos.

Entre 1958 y 1959 surgieron los primeros grupos mexicanos de rock. Los Locos del Ritmo (1958), Los Blue Jeans (1959) llamados después Los Camisas Negras sin que esto tuviera que ver con tendencia política alguna, Los Reyes del Rock llamados después Los Rebeldes del Rock (1959) y Los Teen Tops (1959); todos ellos formados por estudiantes adolescentes que encontraban en la nueva música una salida y una diversión más animada que el cine, el boliche, o comer una hamburguesa con Coca-Cola.

Los solistas de todo sexo, imitadores de Elvis Presley, Paul Anka o Bobby Darin, proliferaron. Alberto Vázquez, Angélica María, María Eugenia Rubio, Manolo Muñoz, Mayte Gaos, junto con vocalistas como César Costa (desertor de Los Camisas Negras), o Enrique Guzmán (miembro de Los Ten Tops), Se dedicaron a cantar un reducido repertorio de baladas, cuya variada temática incluía desde una Juanita banana hasta el amor más apasionado en un Banco de escuela.

Alcer el rock’n’roll mexicano un movimiento tardío con respecto al de Estados Unidos, llegó casi a la par que el twist y demás ritmos derivados como el surf, el jerk y el yenka. Nuevos grupos de intérpretes jóvenes mexicanos probaron fortuna con todos estos ritmos: Los Twisters, Las hermanas Jiménez, Los Apson Boys y Los Rockin Devils. Más tarde, aún el destronado Billie Halley incursionó en México para aprovechar la onda del twist.

Los lugares donde se difundió esta música fueron principalmente la radio, la televisión, los teatros y salones grandes como El Lírico, El Maxim’s, El Riviera, El Follies y el Bum-Bum en Acapulco. Como era de esperarse, el cine aprovechó esa fiebre para activar sus taquillas con las precarias actuaciones de los nuevos ídolos de la juventud. Todo actor de moda llegó a bailar twist en alguna película, desde César Costa hasta Julio Alemán, pasando por Paco Malgesto y el cómico “Resortes”. A principios de 1966 llegó a México la idea de los cafés cantantes: El Harlem, A Plein Soleil, El Chapeau Melon, etc., fueron pequeños locales donde se podía consumir desde una naranjada hasta la canción más de moda.

El auge de los nacionales duró poco; para el año 1965 los discos originales importados acabaron con las versiones dobladas. Desde 1964 a 1966 el panorama del rock ya era dominado plenamente por grupos como The Beatles, The Rolling Stones y The Who o por grupos fresa como The Herman Hermits, The Byrds, The Lettermen, Procol Harum y muchos más.

Sin embargo, en México siguió practicándose la música de rock. Alrededor de 1966 un importante centro de reunión estaba en la pista de hielo Insurgentes. Aquí se podía desde pescar un catarro hasta encontrar una pareja con quien dar vueltas de “mano de torta” escuchando a grupos como los Dug Dugs y La Comuna.

Otra de las etapas del rock mexicano coincidió con la aparición de las grandes bandas de rock en los Estados Unidos. Todas las bandas mexicanas de finales de los setenta reproducían aceptablemente el sonido de Blood, Sweet and Tears, Chicago y Santana. Entre estos grupos estaban principalmente La Revolución de Emiliano Zapata, White Ink, Pop Music Team, Bandido, Peace and Love.

Del mismo modo que en Estados Unidos hubo festivales de rock, entre los que destacó el ya épico Woodstock (1969), hubo en México un folclórico Avandaro (1969), o un festival en el Estadio Olímpico de CU en marzo de 1969, organizado por los hermanos Castro alternando con Union Gap, Tijuana Five y The Byrds (con todo y Dylan). Pero nada de esto perduró. Los seguidores mexicanos agotaron sus perspectivas y por ello sólo persisten durante breves temporadas.

Por otro lado, un estilo de rock de más difícil aceptación, que ya mantiene un mensaje de ruda protesta (ingrediente sine qua non del rock original) el llamado hard rock, heavy metal, punk, etc., se ha defendido principalmente en los llamados “hoyos fonquis”, lugares semiclandestinos de barriada. De los grupos mexicanos representativos, el Three Sounds In My Mind, hoy llamado “El Tri”, con su líder Alejandro Lora, se ha mantenido a lo largo de más de varias décadas como uno de los baluartes del movimiento de rock mexicano. 

Por lo general se puede decir que los grupos de rock mexicano carecieron de inventiva musical para crear un repertorio original como sí sucedió con el fox-trot en México durante los años veinte.

Fuente: Moreno Rivas, Yolanda. Historia de la música popular mexicana, Alianza Editorial Mexicana, 1979.

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