por José Antonio Palafox
Naxos Records inicia el 2019 lanzando al mercado un interesante puñado de grabaciones entre las que destaca El árbol de la vida, disco en el que se reúnen cinco piezas representativas del quehacer compositivo en el México de los siglos XX y XXI.
Dos de las obras —el Huapango de José Pablo Moncayo y La noche de los mayas de Silvestre Revueltas— son harto conocidas e inicialmente podrían desalentar al melómano avezado (“¿otra vez el Huapango de Moncayo?”, sería la pregunta lógica), pero entonces se estaría perdiendo no solo de una espléndida versión del Minuetto Op. 23 de Ricardo Castro y de dos magníficas composiciones de nuestro tiempo: El árbol de la vida, obra que da título al álbum y que se debe a la autoría de Hebert Vázquez, y El último café juntos, del compositor italiano Simone Iannarelli, sino de una de las mejores interpretaciones del Huapango y de La noche de los mayas que hemos escuchado en bastante tiempo, cortesía de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata bajo la batuta de su fundador, el maestro Gustavo Rivero Weber, en su primera grabación para Naxos Records.
Organizado de manera inteligente, el disco inicia de manera espectacular con una intensa lectura del vigoroso Huapango, obra emblemática del nacionalismo mexicano compuesta en 1941 cuya estructura gira en torno a temas típicos del folclor veracruzano. De la misma manera, la segunda pieza, El árbol de la vida (2015) para guitarra amplificada y orquesta, es una fascinante obra donde una compleja textura sonora de oscura atmósfera se entrelaza con brillantes destellos de El cascabel, un son veracruzano tradicional, que aparecen y desaparecen cual fantasmagóricos ecos. Aparentemente en franco contraste con el “hilo conductor” de la presencia folclórica se encuentra el elegante Minuetto Op.23 de Ricardo Castro, breve pieza compuesta en 1904 dentro de la mejor tradición del Romanticismo europeo del siglo XIX. Sin embargo, si escuchamos con atención, entendemos que en realidad esta obra representa un nexo con la importante contribución estilística de la música del Viejo Mundo, sobre la cual se asientan las bases del nacionalismo mexicano. Por ello, resulta más que acertado que la siguiente pieza del disco sea La noche de los mayas (1939)—poderoso score cinematográfico donde Silvestre Revueltas hizo un majestuoso despliegue orquestal que incluye abundantes instrumentos prehispánicos— en la versión de José Yves Limantour, quien dio a la partitura del compositor una estructura de sinfonía europea en cuatro movimientos. El disco concluye con El último café juntos (2007) para guitarra y orquesta de cuerdas, bella y delicada pieza de corte íntimo compuesta por el italiano Simone Iannarelli, quien actualmente es profesor de guitarra en el Instituto de Bellas Artes de la Universidad de Colima. Su inclusión podría parecer un choque de frente hasta con el propio subtítulo del álbum: “Música de México”, pero es más bien un recordatorio de que la presencia extranjera está siempre presente y también forma parte de la creación artística relacionada con nuestro país.
La interpretación del guitarrista Pablo Garibay (Ciudad de México, 1978), quien se desempeña como solista en El árbol de la vida y en El último café juntos, y de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata es de primerísimo nivel, y la lectura que Gustavo Rivero Weber (Ciudad de México, 1960) hace de todas y cada una de las obras es meticulosa e impecable. Cabe mencionar que este disco fue grabado en la Sala Nezahualcóyotl entre el 25 de febrero y el 8 de marzo del 2018.
Simone Iannarelli: El último café juntos / Pablo Garibay (guitarra) y la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, dirige Gustavo Rivero Weber
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