por Ricardo Rondón
La función de octubre 17 impresionó por su redondez en el concepto, voces frescas y expresión dramática. Otelo es un espectáculo grande y así lo presentó el Met pero sin descuidar que envuelve un drama íntimo, triste y hasta absurdo, a causa del dominio que ejerce Yago sobre la afectivamente frágil figura del protagonista. No se descuidó ninguno de los elementos para llevar la inspiración de Verdi a su máxima expresividad. La producción de Bartlett Sher es atinada en todo momento y la escenografía movió los paneles correspondientes para encerrar cada vez más el desquiciamiento de Otello y el avance de la maldad de Yago. Desdémona es una mujer de personalidad atrapada entre el amor y el temor que siente por su marido. Alexandrs Antonenko es hoy día el intérprete más distinguido del Moro de Venecia y lo canta de maravilla, la voz es grande, brillante, de timbre emocionante y además este tenor ruso cuenta con una excelente pronunciación italiana. Yago es un enemigo envidioso y malvado cuyo fin es destruir a Otello y lo logra. Llama la atención la cuidada expresión facial de este fariseo de la ópera. Vocalmente es la mejor actuación que ha tenido en el Met. La soprano Sonya Yoncheva es poseedora de una voz exquisita que borda la línea verdiana y que hizo un cuarto acto memorable. La magnífica actuación de la orquesta y los coros es importante y subraya el drama del pueblo dirigido por un hombre que va camino de la demencia. La soberbia dirección orquestal de Yannick Nézet-Séquin augura noches inolvidables en el Met, es un artista que vive su profesión y la comunica a sus colaboradores.
Este Otello es de los mejores que hemos visto y es un placer proclamar finalmente que tenemos un artista joven que le hace justicia a uno de los papeles más desafiantes de Verdi. Una estupenda función de esta obra maestra.
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