¿Qué es la ansiedad escénica en la interpretación musical?

Es común y hasta lógico pensar que cuando un músico está en el escenario disfruta y goza mucho lo que hace

Por Música en México Última Modificación agosto 16, 2023

Por Sinaid Cedillo Flores

Es común y hasta lógico pensar que cuando un músico está en el escenario disfruta y goza mucho lo que hace, que es de esos pocos afortunados que se dedican a lo que les apasiona. Pero esto no necesariamente es así. 

Muchos músicos que se paran en el escenario experimentan un fenómeno que se ha investigado más en otros países y, desafortunadamente, menos en el nuestro y se llama “ansiedad escénica en la interpretación musical”.

Este tipo de ansiedad se encuentra inscrito en los llamados trastornos de ansiedad. Uno de los cinco tipos de estos trastornos es la ansiedad social o fobia social que describe al tipo de personas que manifiestan una serie de respuestas de miedo y ansiedad cuando son expuestas a situaciones sociales donde se arriesgan a la crítica, al juicio o a que los evalúe de la familia, colegas o examinadores (Beck & Clarck, 2010).

Dianna Kenny (2011) nos dice que la ansiedad escénica en la interpretación musical es la experiencia de un marcado y persistente temor ansioso relacionado a la interpretación musical; este temor ansioso se manifiesta con cuatro tipos de síntomas que podemos identificar con claridad. Mencionaremos primero las cogniciones. Éstas son los pensamientos o imágenes que llegan a nuestra cabeza antes, durante y después de una presentación, por ejemplo: “no me va a salir, se me va a olvidar la parte difícil, el maestro se va a decepcionar, no estudié lo suficiente, hay mucha gente, etc”; también, a nuestra cabeza pueden llegar imágenes de nosotros equivocándonos, repitiendo un pasaje, deteniéndonos por no saber qué sigue. 

En segundo lugar, tenemos los síntomas conductuales. Estos síntomas se refieren a las acciones que realizamos y que pretenden tranquilizarnos, pero no lo logran: revisar instrumento y partituras compulsivamente, mantener las manos o la voz caliente, ir varias veces al baño, aislarse, caminar mucho, fumar, tomarse un tranquilizante, etc.

También tenemos los síntomas fisiológicos, éstos se refieren a lo que experimenta nuestro cuerpo, dolor de cabeza, boca seca, sudoración, temblor de manos, temblor de la voz, falta de sueño, etc. Por último, los síntomas emocionales se refieren a emociones como la frustración, el enojo, la desilusión o tristeza. Dichas emociones pueden acompañar a la persona antes, durante y después de una presentación.

Para visualizar cómo es que esta serie de síntomas o, como también los llaman algunos autores, hábitos maladaptativos interactúan pondremos como ejemplo un estudio de caso. Imaginemos que una persona tiene un recital que considera importante en un par de semanas, el simple hecho de confirmar una fecha para el recital es un activador de ansiedad y a partir de ahí pueden comenzar a desarrollarse hábitos cognitivos como “esto ya es en serio, falta poco, mejor lo cancelo, creo que no me va a salir bien”. 

A lo largo de esas dos semanas la persona experimenta una sensación de intranquilidad y de inseguridad, una forma de tratar de deshacerse de esa sensación de inseguridad es estudiar más duro, más horas, más repeticiones extenuantes, es decir, echa a andar sus hábitos conductuales; antes de irse a dormir, se asegura varias veces de que su instrumento esté en condiciones, que no se le olvide nada, que su ropa esté lista. Por la mañana se despierta pensando en el evento, visualizando escenarios no muy positivos, decide llegar con mucho tiempo de anticipación al lugar.

Irremediablemente aparecerán algunos síntomas fisiológicos. La noche anterior al evento tuvo problemas para dormir, desayuna muy ligero para evitar malestar estomacal, pero siente un vacío en el estómago. Cerca de la hora de la presentación, siente ganas de ir al baño, aunque ya fue tres veces, pero va de todas maneras; siente la boca seca y por eso bebe sorbitos de agua constantemente, aparece ese molesto sudor en las manos.

A pesar de toda esta serie de eventos internos el músico sale a escena a hacer lo que tiene que hacer. Después de hacerlo tiene también el hábito de elaborar conclusiones equivocadas o exageradas como: “todo salió mal, notaron mi nerviosismo, mis errores fueron garrafales, no es posible que me siga pasando esto, otro año sin avanzar”. Estas conclusiones lo llevan a experimentar una serie de emociones desalentadoras como la tristeza, el enojo, la desilusión, la frustración. A su vez estas emociones lo llevan a realizar acciones como abandonar el instrumento por días o semanas, a ponerse a estudiar inmediatamente bajo un dialogo interno muy castigador.

Esta cadena de hábitos maladaptativos puede romperse por cualquier eslabón ya sea mejorando el diálogo interno, eliminando conductas innecesarias o que promueven pensamientos negativos, estos cambios repercuten en el bienestar físico; evitando las reacciones emocionales negativas, evitamos también saltar a conclusiones erróneas de nuestro desempeño en el escenario.

El camino al cambio o la eliminación de esto que llamamos hábitos maladaptativos es muy prometedor.  Hoy en día existen técnicas bien desarrolladas por la Terapia Cognitivo Conductual y las Teorías del Desempeño Escénico que el músico puede aprovechar para mejorar su rendimiento escénico sin mencionar que puede lograr una mejoría en su salud mental. 

Fuente: Sinaid Cedillo Flores para Música en México


Bibliografía

Beck , A. T., & Clarck, D. A. (2010). Terapia Cognitiva para Trastornos de Ansiedad. New York: Biblioteca de psicología.

Kenny, D. T. (2011). The psychology of Music Performance Axiety. New York: Oxford University Press.

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