Por Francesco Milella
“Rinaldo” es la ópera que abre la aventura londinensa de Georg Friderich Handel. Después de haber viajado por las principales ciudades italianas y demorado en las cortes más ricas de Alemania, el joven compositor llega a la capital del imperio británico deseoso de sorprender y asombrar a su público. Gracias al hábil empresario John James Heidegger, Handel logró conocer, en 1711, al escritor e intelectual Aaron Hill, el cual le ofreció su último libreto, “Rinaldo”, basado en el texto de Torquato Tasso, “La Jerusalén libertada”, pilar fundamental de la literatura renascentista italiana y europea. La primera versión de “Rinaldo” fue presentada, con enorme éxito, en el Haymarket Theatre de Londres el 24 de febrero de 1711. Una segunda y diferente versión se presentó en el King’s Theatre de la misma ciudad el 6 de abril 1731.
En la época de las Cruzadas, Goffredo de Bouillon, capitán de la expedición en la Tierra Santa, para obtener la ayuda del joven Rinaldo, valiente caballero templario, le promete en matrimonio a su bella hija Almirena, siempre y cuando logre conquistar Jerusalén. Los cristianos, encabezados por Rinaldo, ocupan Palestina y asedian a su rey pagano, Argante. Mientras tanto, la hechicera Armida, amante de Argante, logra, con su magia, encarcelar a Almirena en el castillo de este último y así atraer a Rinaldo, del cual Armida se enamora, pero en vano intenta seducirlo, incluso convirtiéndose en Almirena. La historia se complica cuando Argante, a su vez, se enamora de Almirena, quien lo rechaza indignada. Después de innumerables dificultades, Rinaldo con su ejército logra ocupar Jerusalén, captura a Argante y a Armida, y, finalmente, se casa con Almirena.
De todas las bellísimas arias que caracterizan esta ópera, la que les quiero presentar hoy es “Or la tromba in suon festante”, que Rinaldo canta al final de la ópera cuando pasa revista a todo el ejército cristiano para celebrar la victoria.
Or la tromba in suon festante__________ Ahora la trompeta con sonido festivo
Mi richiama a trionfar. __________me llama a triunfar.
Qual guerriero e qual amante, __________Como un guerrero y un amante,
Gloria e amor mi vuol bear. __________ gloria y amor quiero que me hagan feliz.
El tono del aria es triunfal, majestuoso, brillante y ágil sin ser pesado o redundante. Un tono que solo un genio del teatro como Handel podía imaginar. Frente a tantas trompetas y tambores acompañados por todos los instrumentos de cuerda y un poderoso bajo continuo, la voz tiene que ser fuerte, fuglurante como el ejército que acaba de conquistar Jerusalén y bella como la gloria que finalmente los cristianos lograron conquistar. Y así es la voz de Marilyn Horne. Desde la primera frase “or la tromba in suon festante” se percibe inmediatamente un volumen impresionante, capaz de rebasar, sin gritar, a toda la orquesta, resultado, obviamente, de una técnica impecable. Misma técnica que le permite responder perfectamente y sin esfuerzo al virtuosismo y al brillante fraseo que Handel exige al cantante en esta aria: la voz fluye sin problemas, sin esfuerzo ni pesadez, sobre todo en el virtuosístico y ligero diálogo con la trompeta.
Características que relucen aún más cuando, después de la segunda parte (Qual guerriero e qual amante…), donde tradicionalmente el tono es más calmado, relajado y pacífico, el primer tema se repite con variaciones personales del cantante, con el objetivo de asombrar al público con sus dotes vocales. Marilyn Horne aparece por lo que es, una intérprete impecable, inteligente y culta, peculiaridad que le permite cubrir ciertos defectos naturales de su voz como, por ejemplo, el color un poco vulgar y no muy elegante.
Muchos aspectos filológicos en la interpretación de este repertorio hoy en día los damos por hechos y casi superados. Sin emabargo, hay que considerar que en 1975, cuando esta gran cantante cantó por primera vez “Rinaldo”, intérpretes y público tenían un conocimiento muy limitado, parcial y, a veces, equivocado de este repertorio. Marilyn Horne ocupa un papel esencial en el renacimiento del repertorio operístico handeliano. Su interpretación de “Rinaldo”, glorificada en 1984 en una histórica interpretación en el MET de Nueva York con Samuel Ramey como Argante y Edda Moser como Armida, ha abierto, con su voz, su sensibilidad interpretativa y su cultura musical, el camino a la ejecución del canto barroco. Un camino hoy tristemente contaminado con voces palidas, desabridas e históricamente incorrectas, que tratan de vendernos la verdad con el engaño. Frente a los contratenores y voces similares, tenemos, por suerte, a Marilyn Horne que con su voz nos enseña la verdadera magia del canto barroco.
Comentarios