Durante mucho tiempo, los críticos y musicólogos lo han tenido complicado con la música de Rachmaninov. Recientemente es cuando se ha visto que, junto con los platos fuertes que no se pueden ignorar (obras sinfónicas, cuatro conciertos para piano, las óperas Aleko y Francesca da Rimini, la cantata para coro Las campanas, música de cámara) hay muchas piezas por descubrir y disfrutar: los colosales Etudes-Tableaux (Estudios-escenas), los Moments musicaux (Momentos musicales), las dos sonatas para piano, o los preludios op. 23 y op.32. También escribió las espléndidas Variaciones sobre un tema de Chopin y otra serie de Variaciones sobre un tema de Corelli, su última obra para piano solo. Goza también de una bien merecida leyenda como brillante pianista, y sobreviven diversas grabaciones remasterizadas como testimonio de su virtuosismo.
Fuente: Eckhardt van den Hoogen, El ABC de la música clásica, México, Taurus, 2011.
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