Por Ricardo Rondón
Tannhäuser y el torneo de cantores de Wartburg, ópera de Richard Wagner, lleva libreto del compositor; se estrenó en Dresde, el 19 de octubre de 1845.
La acción transcurre en los tiempos legendarios de la Turingia del siglo XIII. La diosa Venus, rodeada de su corte, tiene bajo su poder al poeta Tannhäuser. Saciado de amor, ha madurado sus propósitos de penitencia y de retornar a su tierra. Ante la negativa de Venus para concederle la libertad, el caballero invoca el nombre de María Salvadora y se desvanece este reino pagano. Tannhäuser se encuentra ahora en el florido valle de Wartburg. La voz de un pastor canta al retorno de la primavera cuando pasan unos peregrinos de camino hacia Roma. Un grupo de caballeros, compañeros de Tannhäuser celebra su regreso. El personaje de Wolfram recuerda a su amigo que la sobrina del Landgrave Hermann, la inocente Elisabeth, aún está enamorada de él. Se celebra el concurso de canto y Elisabeth está confiada en que le concederán la victoria y su mano a Tannhäuser. Poco a poco desfilan los concursantes y cuando le toca el turno a Tannhäuser hace un impetuoso elogio de la pasión sensual, revelando sus vivencias en la corte de Venus Esto provoca indignación y, de no ser por la intervención de Elisabeth, Tannhäuser se salva y acepta la orden del Landgrave de que debe emprender un viaje de expiación a Roma. En el valle de Wartburg, Wolfram ha esperado en vano el regreso del cantor. Elisabeth está en alas de la muerte y ruega a la Virgen sea perdonado su amado. Wolfram canta una melancólica invocación en la que describe el cielo con su camino de estrellas. Tannhäuser aparece finalmente, está extenuado y cubierto de andrajos, desesperado confía a Wolfram que el Papa le ha negado el perdón: sólo será posible la salvación de su alma cuando vuelva a reverdecer su seco bastón de peregrino.
Perdida la fe y resignado a la condenación eterna invoca a Venus que aparece en toda su seductora belleza. Wolfram revela a Tannhäuser que Elisabeth ha rezado por él y al pronunciar su nombre, la diosa del amor desaparece. Desde el castillo una campana fúnebre anuncia el paso del féretro de Elisabeth. Arrepentido y salvado el cantor abraza el cuerpo de la joven y muere dulcemente mientras el sol se eleva sobre el valle, el bastón desecado florece y las límpidas voces de un grupo de jóvenes peregrinos anuncian la salvación: “Gritad en todos los países del mundo que ha hallado gracia ante Dios”.
El argumento de Tannhäuser combina la historia y la leyenda, ya que el personaje existió hacia el año 1205 y fue uno de los cantantes destacados del medioevo. Para los curiosos, el implacable Papa fue Urbano IV que tendrá que responder por sus pecados en otra ocasión.
La música pertenece al género romántico de Wagner. Desde la famosa obertura hasta el milagro del perdón. Es de las obras más emotivas de todo el catálogo wagneriano. Somos afortunados en contar con la dirección orquestal de James Levine, experto en esta música y que seguramente nos va a entregar un regalo musical inolvidable.
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