Versión 1854
Christian Tetzlaff, violin
Tanja Tetzlaff, cello
Lars Vogt, piano
En abril de 1853, Brahms de veinte años salió de su nativo Hamburgo para realizar una gira de conciertos con el violinista húngaro Eduard Reményi. El mes siguiente en Hanover encontraron al violinista Joseph Joachim, a quien Brahms le había escuchado una inspiradora versión del concierto de Beethoven cinco años antes en Hamburgo. Joachim se enteró del deseo de Brahms de hacer un paseo en caminata a través del Valle del Rhin, y organizó un recital conjunto para recaudar dinero suficiente para financiar el viaje. Luego Joachim entregó a Brahms varias cartas de recomendación, entre las que se incluía una para Robert y Clara Schumann en Düsseldorf. El último día de septiembre de 1853, Brahms conoció a los Schumann por primera vez. “Este es uno de esos que vienen como si hubieran sido enviados directamente por Dios,” escribió Clara en su diario. La amistad fue inmediata y pródiga.
Lleno de entusiasmo e ideas por los eventos ocurridos en ese año (en el que también visitó a Liszt, Berlioz y Hans von Bülow), Brahms pasó el Año Nuevo con Joachim en Hanover en donde comenzó la composición del Trio para piano, violín y cello op. 8. Clara y Robert llegaron a esa ciudad para cumplir unos compromisos musicales al final de Enero, y poco después de convivir por una semana con los Schumann la obra fue terminada. Semanas después, el 27 de febrero, Robert aquejado por desórdenes nerviosos severos intentó ahogarse en el rio Rhin. Brahms fue a Düsseldorf de inmediato y una semana después ayudó a Clara para que fuera admitido en el psiquiátrico de Endenich, cerca de Bonn; Schumann murió ahí el 29 de julio de 1856. No obstante la agitación de su vida durante los últimos meses de la vida de Robert, Clara continuó su carrera profesional como una de las mejores pianistas de la época (sus conciertos eran la fuente de ingresos principal para mantener a sus seis hijos), y actuó como estímulo, confidente y crítico de los esfuerzos creativos de Brahms. Clara recomendó airadamente el nuevo Trio en una carta dirigida a Breitkopf und Härtel para su publicación, y ellos editaron la obra en noviembre de 1854; la obra fue revisada minuciosamente en 1889.
En su forma original, el op. 8 es quizá su creación romántica más descarada, según la descripción de Richard Specht. Brahms tituló el manuscrito “Kreisler Junior” una referencia al Kapellmeister ficticio de E.T.A. Hoffmann cuyos giros inesperados e impetuosos de palabra y acción eran muy valorados en el círculo de Schumann (la famosa Kreisleriana op. 16 de Schumann fue inspirada por este personaje). Media vida después, en 1889, Brahms re-evaluó el Trio para una edición complete de su obra que estaba siendo contemplada por Simrock, y encontró que el romanticismo exagerado de la primera versión ya no le satisfacía como en esos años, así que se enfrascó en la renovación completa de la partitura: los segundos temas fueron reescritos, secciones enteras y estructuras formales fueron abreviadas. Desde su retiro vacacional en Bad Ischl, Austria, Brahms le escribió a Clara “Con qué diversión infantil alejé los hermosos días de verano. He reescrito mi Trio en si mayor… quizá no sea tan salvaje como antes, pero, ¿será mejor?” Simrock revisó la partitura en 1891, pero Brahms no retiró formalmente la versión original, permitiendo a ambas versiones existir, dando así un raro ejemplo del taller creativo de uno de los compositores más privados de toda la historia.
Versión 1889
Joshua Bell, violín
Steven Isserlis, cello
Marc André Hamelin, piano
Una amplia y cálida melodía del piano abre la pieza. El cello y luego el violín son atraídos en la evolución de esta inspiración lírica, que alcanza un clímax casi orquestal antes de bajar la tensión para preparar el segundo tema, tocado en unísono por las cuerdas. Un motivo de tresillos, introducido como transición entre los dos temas de la exposición, sirve como el origen de la sección de desarrollo. Una re-exposición trunca del material temático anterior redondea el movimiento. El segundo movimiento es sombrío, misterioso y en ocasiones dramático, un descendiente espiritual del Scherzo de la Quinta sinfonía de Beethoven; un trio central de armonías cálidas y cerradas contribuye como contraste. El Adagio usa una diálogo tipo himno entre el piano y las cuerdas como el material principal de las secciones externas del movimiento, mientras que la región central es más intensa y animada en expresión y más compleja en su contrapunto. El final yuxtapone un tema principal oscuro, iniciado por el cello sobre un agitado acompañamiento en el piano, con un más brillante sujeto subsidiario, tocado por el piano mientras que el cello contribuye con puntuaciones en contratiempo. El inestable tema en si menor más que el optimista segundo sujeto lleva la obra hacia su incansable cierre.
Fuente: John F. Kennedy Center for the Performing Arts
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