La Ofunam dedicará su primer concierto de 2016 a una festiva Gala de Año Nuevo, el sábado 9 de enero (20:00h) y el domingo 10 de enero (12:00); el programa incluirá valses de Johann Strauss II, valses mexicanos (Enrique Mora y Juventino Rosas) y tres oberturas – El murciélago, de J.Strauss, 1812 de Tchaikovsky y Poeta y campesino de von Suppé. El director huésped será Enrique Arturo Diemecke.
El vals es el baile de salón más famoso, generado en Austria hacia final del siglo XVIII. Coreográficamente consiste de una pareja moviéndose en torno a un eje imaginario, y que va avanzando . En el siglo XVIII el vals era considerado un baile vulgar propio para el entretenimiento de los campesinos. En 1760, el gobierno de Baviera prohibió el vals. Pero empezó a ser aceptado socialmente después de la Revolución Francesa y se puso de moda hasta en los niveles más altos de la sociedad. Inglaterra resistió su impacto hasta bien entrado el siglo XIX. Se cuenta que una respetable anciana que miraba a una pareja bailando vals preguntó; “¿Están casados”?”
La primera representación en un escenario de un baile tipo-vals ocurrió en la ópera Una cosa rara de Martín y Soler en Viena en 1786. El vals adquirió popularidad social durante el Congreso de Viena en 1815; en ese momento se le conocía como “el vals vienés”.
El vals se convirtió en una industria en Viena. Joseph Lanner y Johann Strauss padre escribieron cientos de melodías en ritmo de vals para ser tocadas en restaurantes y sitios de entretenimiento vieneses. J. Strauss hijo elevó el vals a su cúspide como creación artística que servía las necesidades de un entretenimiento popular. Se le llamó, justamente, “Rey del vals”. Cuando una dama le pidió a Brahms que autografiara un pieza de vals, Brahms anotó en la partitura del vals Sobre el Danubio azul :“lamentablemente, yo no lo escribí”. Además del Danubio azul, Strauss hijo escribió otros valses que han permanecido como favoritos tales como Cuentos de los bosques de Viena, Voces de primavera, Sangre vienesa, Vino, mujeres y canción, el Vals emperador, etc. Todas estas piezas eran realmente cadenas de movimientos valsísticos. Gradualmente, el vals se volvió aceptable como movimiento sinfónico. Berlioz tiene un vals en su Sinfonía fantástica; Tchaikovsky incluye un vals en su Sinfonía No. 5; igual hace Mahler en su Sinfonía No. 9; y Ravel glorifico al vals en su deslumbrante obra orquestal La Valse. Así, en menos de un siglo, el vals – que empezó como tonada de un baile vulgar – tomó su lugar – al igual que el minueto – como una forma legítima de concierto.
Fuente: Nicolas Slominsky, Lectionary of Music, New York, McGraw Hill Publishing Co., 1989.
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