Turandot – nueva interpretación del Met

Musicalmente, Turandot es quizás la ópera más ambiciosa de Puccini. El libreto se basa en una fábula de origen persa pero ambientada en China por […]

Por Música en México Última Modificación febrero 2, 2016

Musicalmente, Turandot es quizás la ópera más ambiciosa de Puccini. El libreto se basa en una fábula de origen persa pero ambientada en China por Carlo Gozzi (1720-1806); fue la última ópera escrita por Puccini, estrenada en La Scala de Milán en 1926, dirigida por el famoso Arturo Toscanini. Puccini murió en 1924 antes de concluir los dúos con los que finaliza el tercer y último acto, pero dejó 36 hojas que  permitieron  al compositor Franco Alfano terminar la ópera, a instancias de Toscanini. “Puccini había sido acusado de anticuado y conservador por algunas influyentes voces de la musicología italiana y se propuso renovar su lenguaje sin renunciar a su peculiar teoría melódica. Así cristaliza su definitiva evolución, la cual fue audazmente tildada por algunos especialistas de debussiana o stravinskiana. La armonía alcanza unos niveles de modernidad extraordinarios y la escritura orquestal asombra por su virtuosismo y su grandeza épica, perfecta para narrar los legendarios sucesos de una ópera coral con grandes movimientos de masas”, señala Jesús Trujillo Sevilla.

   

La reposición del Met de Turandot, transmitida en vivo en el Auditorio Nacional, ha permitido  ver de nuevo el fastuoso –  si bien excesivo – diseño escénico de Franco Zeffirelli. Asimismo fue interesante el giro en las caracterizaciones de los principales intérpretes, especialmente Turandot. Turandot, la glacial princesa, tradicionalmente es encarnada como villana vengativa, con la cual es difícil simpatizar aún en el contexto de una fantasía oriental. Sin embargo, la excepcional Nina Stemme logró transformarla en un personaje vulnerable: en el aria In questa reggia (en este reino), la Stemme apareció más desolada que enfurecida. Su poderosa y vibrante voz conservó este tono emotivo durante toda la función, alcanzando notas altas que nunca sonaron forzadas o estridentes aun ante el conjunto masivo de orquesta y coro. Su transición de poderosa princesa a mujer vulnerable fue particularmente notoria cuando suplica a su padre que no la entregue al “extraño” (el príncipe Calaf) que ha resuelto los acertijos que le permitirán poseerla.

La soprano Anita Hartig estuvo admirable en el papel de Liu, en realidad la protagonista estelar de la ópera a pesar del título: exhibió una voz bella, expresiva y cautivadora y una técnica impecable. Ante estas dos singulares presencias, Marco Berti en el papel de Calaf nos pareció rígido como una tabla. Cantó las resonantes notas altas pero sin la menor sutileza vocal o física. Nessun dorma (¡que nadie duerma!) – uno de los momentos más esperados de la ópera – fue cantado sin pena ni gloria. El bajo barítono Alexander Tsyambalyuk cumplió con el papel de Timur con dignidad. La orquesta estuvo a cargo de Paolo Cargnani quien condujo la suntuosa partitura con gran atención al detalle.

Referencias: Jesús Trujillo Sevilla, Breve historia de la ópera, Madrid, Alianza Editorial, 2007.

 

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