Cuarteto de cuerdas op. 10 de Claude Debussy

Debussy comenzó a trabajar en la composición de su único cuarteto de cuerdas en 1892. Quedan pocas pruebas documentales.

Por Música en México Última Modificación noviembre 2, 2020

Quatuor Cavatine

Debussy comenzó a trabajar en la composición de su único cuarteto de cuerdas en 1892. Quedan pocas pruebas documentales que dan indicios de su progreso con la obra, excepto una o dos referencias en cartas a amigos. Sin embargo, el movimiento final le causó muchos problemas, tanto que en agosto de 1893 Debussy le escribió a su colega André Poniatowski “creo que finalmente puedo mostrarte el último movimiento del cuarteto, que me ha hecho sentir miserable”.

El Cuarteto de Debussy en sol menor tiene como característica distintiva su preocupación general por el timbre y la sonoridad. La obra en su conjunto ofrece un compendio de técnicas para las cuerdas, pero también muestra una serie de ideas no convencionales, quizá es por eso considerada, junto con el cuarteto de Ravel, como una de las obras impresionistas seminales en el género de cuarteto de cuerdas.

Su fascinante y asimilable organización temática es más notable si se toma en cuenta que el primer tema del movimiento inicial (Animé et très décidé) proporciona casi todos los componentes melódicos de la obra entera. Otra característica ingeniosa, posiblemente menos evidente en la primera escucha, es que el cuarteto está menos dominado por consideraciones melódicas o armónicas que por una flexibilidad rítmica, misma que conlleva el potencial de una variedad aparentemente infinita de posibilidades. A este respecto, el cuarteto de cuerdas de Debussy parece anteceder a los de Bartók. Sin embargo, sigue siendo inequívocamente una obra dominada por la sensualidad del romanticismo francés tardío, una característica importante del tercer movimiento (Andantino doucement expressif).

La pieza también predice el lenguaje musical de Debussy que se afirmaría en las dos décadas posteriores. El Scherzo (Assez vif et bien rythmé), por ejemplo, hace uso de los choques sonoros que pueden ocurrir cuando se alternan rápidamente pasajes pizzicato y arcos que producen una suerte de confusión que obliga al oyente a concentrarse en las texturas, en lugar de la forma lineal de la música . Estos elementos aparentemente dispares se unen en una economía de medios sorprendente, y sólo al final queda realmente claro que los gestos iniciales de la obra se han alterado y unido para producir una unidad orgánica.

El Cuarteto debía estar dedicado a Ernest Chausson, pero sus reservas personales finalmente desviaron las intenciones originales del compositor. Debussy vendió la partitura por tan sólo 250 francos a los editores Durand & Cie, quienes, como recordó más tarde, “eran lo suficientemente cínicos para admitir libremente que lo que me estaban pagando no cubría todo el trabajo que implicó la composición. No sorprende que el cuarteto fuera mal recibido en su estreno, ejecutado por el Cuarteto Ysayë el 29 de diciembre de 1893. En ese momento, el compositor Guy Ropartz, quien era la única voz en un mar de críticas, describió al cuarteto como una música “dominada por la influencia de la joven Rusia (curiosamente, la patrona de Debussy a principios de la década de 1880 había sido Nadezhda von Meck, más conocida por su apoyo a Tchaikovsky); hay temas poéticos, sonoridades raras, pero los dos primeros movimientos son particularmente notables .”

Fuente: Michael Jameson para allmusic.com

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