Keller String Quartet
Los microludios de Kurtág son notables cuando menos por dos razones. Primero, algunos de ellos son tan breves que hacen parecer a Webern verborréico en comparación, y, segundo, porque Kurtág se las manejó para crear algo relativamente raro –una forma nacida de la escala cromática misma–. Los microludios juegos de 12 diminutos preludios, uno para cada semitono. Cada juego se mueve de do a si como analogía con los “48” de Bach; sin embargo, a diferencia de las piezas de Bach, los microludios no son ensayos en una tonalidad particular, sino que exploran ciertas relaciones muchas veces microinterválicas de una altura en particular. Esta idea básica significa naturalmente que el movimiento tiende a la brevedad, a menos que alguna formula organizativa sea introducida para crear una pieza más extendida. Es curioso que la fórmula de los microludios no ha evitado que Kurtág enfrente al problema de componer un solo movimiento largo, pero ha provisto cuando menos una estructura utilizada con frecuencia por Kurtág: cuatro juegos de microludios, tres en Játékok (Juegos, 1973 -), una larga colección de piezas para niños, y los Microludios para cuarteto de cuerdas op. 13, Hommage á Mihály András 1977-79).
Este es su primer cuarteto de cuerdas desde 1959. Kurtág es difícilmente demostrativo; es un hombre tranquilo e intenso que no ha tenido que venderse para ser reconocido como un genio en su propia vida. Los compositores y académicos serios han promocionado su brillantez como una voz indispensable de la música de su tiempo.
Fuente: MacLay, Margaret. “Gyorgy Kurtág’s Microludes”. Tempo no. 151 (Dec., 1984) pp. 17-23
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