Oaxaca no cuenta con un himno oficial, aunque el vals Dios nunca muere cumple con esta función. Escrito en 1868 por el violinista, pianista y compositor Macedonio Alcalá (1831-1869), al vals se le adaptó letra en dos o tres ocasiones: primero por Javier González, luego por Cipriano José Cruz y finalmente por Vicente Garrido Calderón (1924-2003), cuya versión —popularizada por Pedro Infante en 1955— es la que ha quedado para la posteridad.
Letra de Dios nunca muere
Muere el sol en los montes con la luz que agoniza, pues la vida en su prisa nos conduce a morir.
Pero no importa saber que voy a tener el mismo final porque me queda el consuelo que Dios nunca morirá.
Voy a dejar las cosas que amé, la tierra ideal que me vio nacer; pero sé que después habré de alcanzar la dicha y la paz que en Dios hallaré.
Sé que la vida empieza en donde se piensa que la realidad termina.
Sé que Dios nunca muere y que se conmueve del que busca su beatitud.
Sé que una nueva luz habrá de alcanzar nuestra soledad y que todo aquel que llega a morir empieza a vivir una eternidad.
Muere el sol en los montes con la luz que agoniza, pues la vida en su prisa nos conduce a morir.
Pero no importa saber que voy a tener el mismo final porque me queda el consuelo que Dios nunca morirá.
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