La canción romántica: los años veinte

Durante los efervescentes años veinte, la inspiración romántica discurrió por muy variados senderos

Por Música en México Última Modificación julio 5, 2022

Durante los efervescentes años veinte, la inspiración romántica discurrió por muy variados senderos; cada uno de los géneros de moda generó su propio estilo de romanticismo. Un recorrido por el repertorio de aquellos años, demuestra que el tango fue un género privilegiado ya que el porcentaje de tangos mexicanos que surgió en las publicaciones de músicos del país fue inmenso.Una observación más atenta demuestra que ese auge no tuvo nada de extraño; el tango había recibido un importante impulso propagandístico cuando el actor Rodolfo Valentino lo llevó a la pantalla grande y al llegar a México los discos de Carlos Gardel, el público se hallaba dispuesto y preparado para ellos. La demanda de tangos fue general.

Alfonso Esparza Oteo publicó Pecadora, al tiempo que María Grever compuso Devuélveme mis besos y Todo por ti. Lo interesante de esta pasión por el tango en México es la transformación que este sufrió para conformarse a la inclinación sentimental de los autores mexicanos y su particular concepción melódica.Como prueba, basta recordar que los popularisimos tangos de Agustín Lara fueron posteriormente transformados en simples canciones o en nuevos ritmos, según la necesidad de la ocasión, sin que para nada se desvirtúa la calidad melódica del romanticismo lariano.

En ocasiones, el tango o el fox-trot a la mexicana sufrieron influencias venidas de más lejanas fuentes. María Grever, cuyas primeras creaciones estuvieron tan ligadas al estilo español de zarzuela, utilizó en su célebre Júrame una introducción también de zarzuela para continuar con un apasionado tango. Mujer de Esparza Oteo fue clasificada por su autor como un “fox-trot árabe”. Tal vez como alusión al Sheik, el célebre film de Valentino.

La producción de fox-trots con tema romántico también fue abundante; Alfonso Esparza Oteo publicó Flores de tentación, Una canción de amor y Ensueño dentro del ritmo norteamericano de moda. Jorge del Moral, Carlos Espinosa de los Monteros y el mismo Lara escribirán también sentidas canciones románticas con ese ritmo sincopado.

A pesar de la popularización de los estilos norteamericanos y argentinos la influencia que pudieron ejercer en la creación de tipo romántico fue meramente circunstancial y/o superficial. Influencias más determinantes habrían de venir de regiones más cercanas a la sensibilidad local. En 1924, el campechano Emilio Pacheco había publicado su bolero Presentimiento. Esta forma, descendiente directa del bolero cubano escrito en 2/4, tomó carta de naturalización en la canción mexicana hasta llegar a considerarse como una forma típicamente nacional. No deja de ser significativo el papel que tuvieron los músicos de la península yucateca en la implantación de las formas cubanas o sudamericanas. Boleros o claves cubanas, bambucos colombianos eran ya de antiguo las formas predilectas de la canción yucateca, al grado de considerarse inseparables del estilo peninsular.

El yucateco Domingo Casanova, autor de la bellísima canción Ella, había manejado ya con amplitud el estilo de bolero y Ricardo Palmerin había compuesto extraordinarios bambucos. Se trataba de estilos ya decantados y que nada debían a las modas pasajeras. Por ello, no es exagerado afirmar que la llegada masiva de músicos yucatecos a la capital, tras el fusilamiento del gobernador Carrillo Puerto en 1924, fue determinante para el desarrollo de la canción romántica.

En 1927, Guty Cárdenas obtuvo un importante premio y una rápida popularidad con su canción Nunca. Tras de este éxito ni el mismo Agustín Lara, pudo sustraerse al seductor influjo de la canción yucateca; su bolero Imposible, que le abrió el camino de la fama, demuestra una clara influencia peninsular. Por ello no es de extrañar la abundancia de formas y estilos con esa inclinación en la producción lariana de los años siguientes. Dentro de los boleros compuestos por Lara en esos años, valdría la pena mencionar las canciones Sólo tú, Pervertida, Páginas rotas y Despierta y como obra de indudable color peninsular al bambuco Si yo pudiera.

Fuente: Moreno Rivas, Yolanda. Historia de la música popular mexicana, Alianza Editorial Mexicana, 1979.

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