Steve Reich: tecnología y nuevas estéticas – Historia de la música minimalista (X)

Por José Antonio Palafox Incansable en su búsqueda de nuevas propuestas sonoras, Steve Reich continuó experimentando con los componentes musicales de la palabra hablada en […]

Por Jose Antonio Palafox Última Modificación marzo 29, 2018

Por José Antonio Palafox

Incansable en su búsqueda de nuevas propuestas sonoras, Steve Reich continuó experimentando con los componentes musicales de la palabra hablada en proyectos más ambiciosos como The Cave (1993), su primera ópera. Se trata de un espectáculo multimedia (diseñado en colaboración con su esposa, la videoartista Beryl Korot) en donde el compositor explora las raíces de las tres grandes religiones —cristianismo, judaísmo e islamismo— a partir del relato bíblico de Abraham y la Tumba de los Patriarcas, que podemos leer en el Génesis. Los músicos y los cantantes interpretan la partitura colocados debajo de cinco enormes pantallas en las que se proyectan simultáneamente el texto bíblico en varios idiomas, mapas, imágenes de los lugares santos y fragmentos de entrevistas a especialistas y personas que pertenecen a las religiones mencionadas. Lo más importante en The Cave es que la palabra hablada trasciende el papel que tendría en una ópera tradicional y termina formando parte indisoluble de la textura sonora de la obra, además de crear una retroalimentación temática con los instrumentos (voces, maderas, teclados, percusiones y cuerdas), los cuales “extraen” sus motivos rítmicos y melódicos de las diversas entonaciones proporcionadas por los diálogos con el objetivo de construir puentes sonoros que les permitan fluir de una entrevista a otra y, al mismo tiempo, enfatizar determinadas frases que ayuden al espectador a “armar” el relato bíblico a partir de las imágenes y opiniones vertidas en las pantallas.

La complejidad estructural de The Cave contrasta con la elegante sencillez del Dueto para dos violines y pequeña orquesta de cuerdas que Reich escribió en ese mismo año. Se trata de una breve pieza (apenas cinco minutos) en la que el compositor desarrolla un canon de estilo renacentista sobre una sencilla línea melódica, sin repeticiones. En ella, el sentido de variación deriva de los distintos intervalos de tiempo existentes entre la entrada de un violín y el otro, así como del incesante cambio estructural del tema desarrollado.

En 1994 Steve Reich volvió una vez más a las cada vez más lejanas estructuras repetitivas del minimalismo con Nagoya Marimbas, una obra para dos marimbas en la que ambos instrumentos repiten, en grupos de tres, distintos patrones desfasados que se van “desenvolviendo” paulatinamente hasta sincronizarse casi de manera accidental. En ese mismo año, el compositor fue elegido miembro de la prestigiosa Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, y en 1995 fue nombrado miembro de la Academia Bávara de Bellas Artes. También en 1995 compuso City Life, una ambiciosa obra en cinco movimientos en la que incorpora el sampleado de sonidos asociados con el vaivén cotidiano de una gran ciudad (fragmentos de conversaciones, frenazos súbitos, los pitidos de aviso antes de que se cierren las puertas del metro, sirenas de alarma de automóviles, claxonazos, e incluso, en el último movimiento, grabaciones de las comunicaciones interradiales del cuerpo de bomberos de Nueva York provenientes del día del atentado contra las Torres Gemelas) como si fuera un instrumento más dentro de la enmarañada estructura sonora creada por una vigorosa instrumentación “convencional” formada por un cuarteto de cuerdas, un contrabajo, dos flautas, dos oboes, dos clarinetes, dos pianos, dos vibráfonos, dos samplers y una batería de percusiones.

Steve Reich: Nagoya Marimbas / Todd Meehan y Doug Perkins (marimbas)

Esta monumental composición contrasta estilísticamente con Proverb (1995), una cristalina pieza para tres sopranos, dos tenores, dos vibráfonos y dos órganos electrónicos en la que el compositor unifica tres elementos aparentemente dispares: el organum medieval, la filosofía de Ludwig Wittgenstein y las características armónicas y métricas del minimalismo. La obra inicia con una de las sopranos cantando la frase “How small a thought it takes to fill a whole life!” (“¡Qué pensamiento tan pequeño puede llenar toda una vida!”) en una línea melódica descendente a la que se unen las otras dos sopranos y los tenores mientras los órganos duplican las voces y los vibráfonos enfatizan los cambios métricos y proporcionan la base rítmica. El texto se repite una y otra vez en tanto la línea melódica se va invirtiendo gradualmente hasta convertirse en una línea melódica ascendente. Así, como sucede en prácticamente todas sus obras, Reich elabora una composición de inusitada complejidad a partir de unos cuantos componentes relativamente simples.

En esta misma vena creativa, Steve Reich escribió en 1999 la brevísima (apenas tres minutos) Know What Is Above You, una obra para cuatro voces femeninas y percusiones donde utiliza los procedimientos composicionales propios de la música vocal medieval católica para crear el marco sonoro en que se desenvuelve una selección de versos del Talmud judío. También de ese año es Triple Quartet, una insólita obra para tres cuartetos de cuerda cuyo carácter disonante de ecos expresionistas tiene muy poco en común con el corpus estilístico propio del compositor.

Steve Reich: City Life

 

En el año 2000, Steve Reich recibió el Schuman Prize de la Universidad de Columbia, la Montgomery Fellowship del Dartmouth College, el Regent’s Lectureship de la Universidad de California en Berkeley y un doctorado honorífico del California Institute of the Arts. Además, fue nombrado Compositor del Año por la renombrada revista Musical America. Dos años después volvió a su inconfundible estilo compositivo con Dance Patterns, una obra para dos vibráfonos, dos xilófonos y dos pianos estructurada en largas líneas melódicas formadas por figuras musicales más pequeñas que se desarrollan sobre una base de ritmos y armonías repetitivos. Al mismo tiempo, completó otra colaboración con Beryl Korot iniciada en 1988: Three Tales (2002), una video-ópera que incluye un collage de imágenes, fragmentos de videos, entrevistas y textos que se proyectan en una gigantesca pantalla bajo la cual se colocan los cantantes y un ensamble de 16 músicos. Aquí, Reich parte de tres eventos significativos —la explosión del dirigible Hindenburg en 1937, las pruebas con bombas atómicas realizadas en el atolón de Bikini entre 1946 y 1954, y la clonación de la oveja Dolly, llevada a cabo en 1997— para realizar una meditación sobre los avances científicos y el uso de la tecnología a lo largo del siglo XX. Además, en perfecta sincronía temática, introduce por primera vez en su obra dos efectos que llevaban 35 años dando vueltas en su cabeza pero que solo los adelantos tecnológicos le permitieron materializar de la manera adecuada: el sonido “a cámara lenta” (slow motion sound), que consiste en una manipulación por computadora que hace a una persona grabada en video hablar “en cámara lenta” sin que su voz sufra alteraciones, y el “cuadro de sonido congelado” (freeze frame sound), que consiste en el “estiramiento” de una sola vocal o consonante para que deje durante mucho tiempo un rastro audible que pueda convertirse en parte del cuerpo sonoro de la pieza.

 

Steve Reich: Three Tales (III. Dolly)

 

Con Cello Counterpoint (2003), el compositor agregó una pieza más a su catálogo contrapuntístico. Se trata de una vigorosa obra en la que el violonchelo tocado “en vivo” desarrolla una interacción dinámica de aliento lírico con siete pistas pregrabadas. Al año siguiente, la musicalidad de la palabra hablada volvió a convertirse en el foco de interés de Steve Reich con You Are (Variations), una hipnótica obra en cuatro movimientos para coro y ensamble que toma como base distintos versos de un poema místico judío. Las voces repiten los textos de manera continua, aumentando paulatinamente la longitud de las palabras hasta que el sentido narrativo se difumina para dar paso a los componentes puramente musicales de las palabras en capas sonoras de inigualable riqueza armónica.

Jose Antonio Palafox
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