Los jenízaros formaban la guardia personal de los sultanes turcos. En su música destacan muy especialmente los instrumentos de percusión, como los timbales, cajas, platillos, triángulos, paderetas y el sombrero chino. Este último consiste en un palo largo, coronado por una media luna, con travesaños de los que cuelgan muchas campanitas y sonajas de metal que suenan al agitarlo o subirlo y bajarlo marcando un tempo.
Los compositores de los siglos XVIII y XIX imitaron ocasionalmente el estrepitoso pero fascinante sonido de esta música turca, por ejemplo, Haydn en su Sinfonía Militar, Mozart en su ópera El rapto en el serrallo y en el último movimiento (Alla turca) de su Sonata para piano en La mayor, K 331; y Beethoven en Las ruinas de Atenas y el “Interludio Turco”, en estilo marcha del Finale de su Sinfonía No. 9 (Coral).
Fuente: Roy Bennett, Léxico de música, Madrid, Akal, 2003.
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