TELEMANN, BURGUÉS UNIVERSAL.

Por Francesco Milella Cuando, en 1733, tras haber terminado su célebre antología de música de cámara Tafelmusik, Georg Philipp Telemann preparó su onerosa impresión y […]

Por Francesco Milella Última Modificación junio 18, 2017

Por Francesco Milella

Cuando, en 1733, tras haber terminado su célebre antología de música de cámara Tafelmusik, Georg Philipp Telemann preparó su onerosa impresión y publicación, en pocos meses fue capaz de recuperar e incluso superar los gastos. Inmediatamente llegaron casi doscientas solicitudes anónimas de compra provenientes de la burguesía europea, desde Cádiz hasta Riga. Lo que esta pequeña anécdota nos cuenta no es, como muchos podrían pensar, un episodio más sobre la fama que Telemann ya había alcanzado en todo el continente. Este episodio, quizás superfluo para muchos aficionados, nos entrega el testimonio más valioso y sorprendente de Telemann compositor de música instrumental.

Dos son los elementos que llaman nuestra atención en los hechos que llevan, en 1733, a la publicación de su obra instrumental más famosa: el elemento burgués y la internacionalidad. La música instrumental de Telemann se movió siempre entre estos dos pilares encontrando en ellos, además del apoyo económico, las ideas, las formas, los lenguajes para alimentar su intensa trayectoria artística. De la burguesía Telemann heredó una mirada cultural libre de todos esos adornos y complicaciones aristocráticas en las cuales muchos de sus colegas se habían enredado sin posibilidad de salida. El catálogo de obras de Telemann lo dice todo. Marchas para las fiestas de la marina militar en Hamburgo, oberturas para aniversarios civiles, sonatas para ricos mercaderes aficionados de música: cualquier celebración civil y doméstica representaba para Telemann una ocasión perfecta para dar voz a su sorprendente inventiva musical.

Para Telemann la música era un elemento de placer sin complicaciones, accesible a todos. Como tal, tenía que respetar las más básicas reglas de la música barroca, pero al mismo tiempo debía abandonarse completamente a la fantasía, a la imaginación y, sobre todo, a la variedad de formas y de lenguajes. Esto es la música de Telemann: un mundo inagotable y original, que nos sorprende siempre con sus melodías inmediatas y sinceras, un mundo que nunca se repite, que nunca vuelve a sí mismo pero mira siempre adelante abierto a todo tipo de cambio y novedad, como la nueva burguesía que se estaba difundiendo en todo el viejo continente.

El cambio y la novedad Telemann los encontró principalmente en las otras culturas musicales de Europa. Francia e Italia fueron los dos países más determinantes en la formación de su estética instrumental. Del mundo francés de Lully y Rameau, Telemann interiorizó la atención al detalle, al ritmo sólido y refinado de la danza, los juegos sinuosos entre los timbres orquestales, dejando a un lado las “contaminaciones” que el mundo arístocrático había alimentado en la corte de Versailles. Aún mas determiante fue la influencia de la música italiana, antes que nada en la estructura de sus melodías, inmediatas y sencillas, sin complicaciones retóricas. Corelli, Marcello, Vivaldi: de todos ellos Telemann fue almacenando ideas con la voracidad de un genio, filtrándolas una por una y eligiendo lo mejor de ellas. Lo demás se lo dió su patria natal, Alemania, con su original mezcla de formas y lenguajes, severos como el contrapunte de los organistas de Lubeck y Hamburgo, y delicados como los cantos católicos de Bavaria.

La verdad, ningún otro repertorio, en todo el inmenso catálogo musical de Georg Philipp Telemann, ha sabido dar forma y estructura a su sorprendente identidad musical como la música instrumental. Sus cantatas – no podemos negarlo – nos sorprendieron por su delicada humanidad. Lo mismo podemos decir de sus óperas y de su inesperado diálogo entre vocalidad italiana y orquestación alemana. Pero solo escuchando su música instrumental podemos percibir más clara y concretamente la genialidad extravagante, brillante, abierta, caleidoscópica, voraz, burguesa e internacional que caracterizó su espíritu musical. No nos queda más que entrar en su universo musical, tocar con mano sus maravillas… ¡será en el próximo capítulo!

 

Ouverture Les Nations

 

Concierto para violín, violonchelo y trompeta

Francesco Milella
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