Usan hongos en busca del sonido Stradivarius

¿Qué hace que los violines del Antonio Giacomo Stradivari suenen de forma tan especial? ¿Podría sonar igual un violín nuevo con una madera infestada de […]

Por Música en México Última Modificación marzo 3, 2018

¿Qué hace que los violines del Antonio Giacomo Stradivari suenen de forma tan especial? ¿Podría sonar igual un violín nuevo con una madera infestada de hongos? Unos investigadores suizos han demostrado que sí con una prueba ante un público experto. Ahora quieren ir más allá y hacerlo científicamente.

 

Los Stradivarius son considerados los mejores violines del mundo. El maestro italiano construyó en el siglo XVIII, en Cremona, unos instrumentos que hoy cuestan millones, como los de su contemporáneo Guarneri del Gesù. Se estima que aún se conservan 800 instrumentos de los dos.

 

Los grandes violinistas y virtuosos alaban la magia y la suavidad de su sonido, sobre cuyo secreto existen numerosas teorías. Algunos dicen que se debe a que la madera de los Stradivarius se recogía con Luna llena, mientras otros apuntan a un barniz especial.

 

El químico Joseph Nagyvary descubrió unas sustancias químicas en las astillas que se desprendieron durante la restauración de uno de los famosos violines y con las que posiblemente Stradivari repelía los gusanos de la madera y demás insectos.

 

Sin embargo, la teoría más común hace referencia a la densidad de la madera. La suposición actual es que la densidad de la madera es el secreto de los Stradivarius, dice Armin Zemp, experto en sonido del Centro de Prueba de Materiales e Investigación (Empa) en Dübendorf, Suiza.

 

A menor densidad, mejor sonido

Cuando Stradivari y Gesù construyeron sus instrumentos en Cremona, Italia, Europa estaba sumida en un periodo de 70 años con inviernos largos y veranos frescos. Los árboles crecían con lentitud, lo que contribuyó a la formación de una madera muy especial con menos densidad.

 

Cuando la madera crece en condiciones áridas, el árbol forma sobre todo células con paredes finas para distribuir mucha agua, explica Francis Schwarze, patólogo de madera e investigador de hongos del Empa. Cuanto más fina es la pared celular, más baja es la densidad de la madera.

 

Hace un par de años, Schwarze consiguió reducir de forma sostenible la densidad de la madera de arce y de picea. Para ello utilizó el hongo Xylaria longipes.

 

Lo elegante de nuestro hongo es que sobre todo reduce las células de paredes gruesas de la madera tardía, explica Schwarze. Así queda una madera con menos densidad, similar a la de los violines Stradivarius, que transporta mejor el sonido.

 

Los investigadores del centro hicieron que se construyera con esta madera manipulada con hongos un violín al estilo tradicional y voilà: un público de expertos alabó el instrumento.

 

Cuando el famoso violinista Matthew Trusler tocó diferentes violines en 2009 tras una cortina (http://dpaq.de/k5xu3), la mayoría de los oyentes, 90 de 180, consideró que el que mejor sonaba era el violín con madera manipulada. Sólo unos 39 señalaron que el mejor era un Stradivarius.

 

Aún pasará algo de tiempo hasta que los violines tratados con hongos estén listos para las orquestas. Por el momento, los investigadores ya han cambiado su nombre: violines Mycowood suena mucho más refinado. Pero ahora deberán demostrar también científicamente su calidad de sonido.

 

Primero se harán vibrar las cuerdas de diferentes violines en el laboratorio con un electroimán y un vibrómetro medirá la frecuencia y la amplitud de las oscilaciones. Así se evitará la influencia de un violinista en las mediciones.

 

Sin embargo, después se probará con el oído humano. Necesitamos a unos 50 sujetos, dice Zemp, violinistas profesionales, técnicos de sonido, amantes de la música clásica y legos. Ellos deberán valorar la calidad del sonido.

 

Esta ciencia, la sicoacústica, es la columna vertebral del Empa. Los investigadores, en lugar de trabajar con sonidos agradables, lo hacen sobre todo con ruido, investigando por ejemplo por qué determinados sonidos al mismo volumen afectan de manera diferente a las personas: el sonido de un avión, de las turbinas eólicas o de los trenes de alta velocidad son algunos.

 

Cuando se distinguen silbidos, chirridos o crujidos, los investigadores del Empa asesoran a los constructores de edificios para evitarlos.

 

La investigación de los violines está financiada por el violinista aficionado y empresario Walter Fischli. Los investigadores esperan que la medición de las vibraciones y la valoración de los sujetos del estudio demuestren claramente qué densidad de madera se necesita para que los violines suenen lo mejor posible al oído humano.

 

Finalmente se crearán instrumentos que puedan estar a disposición de jóvenes músicos talentosos con escasos recursos, dice Fischli.

 

Fuente: La Jornada

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