Por Fred Plotkin, en WQXR, NY
Cuando empecé a escribir en este espacio, en 2011, publiqué un artículo titulado El arte de dormir en la ópera.
No pretendía ser irónico ni burlón, sino simplemente reconocer que algunas personas se duermen en la ópera.
Esto es lo que escribí:
“Dormimos en la ópera por varias razones, una de ellas es que estamos muy cansados. La otra es el estado de sublime relajamiento que nos invade al escuchar música exquisita, tocada en un espacio acogedor sin transmisión electrónica”.
Durante el verano que acaba de terminar, tuve la oportunidad de asistir a varios eventos operísticos en la zona neoyorquina. Encontré que, de repente, me quedaba profundamente dormido por el cansancio que me invadía y entraba en una sublime penumbra al escuchar con atención pero semi-inconsciente.
Puede parecer una exageración pero les aseguro que es uno de los estados de placer más elevados que existen. La música está allí, y uno la absorbe plenamente y sin analizar, y va directamente al corazón y al espíritu.
Y, sin embargo, la mayoría de las veces queremos estar más alertas, sobre todo si se trata de una ópera que desconocemos, o de cantantes que no hemos escuchado en ciertos papeles.
Este verano me puse las pilas para asistir a la ejecución en concierto que presentó la Orquesta de Cleveland de la ópera Dafne de Richard Strauss, en el Festival de Lincoln Center, así como a la producción de Written on Skin , de George Benjamin, importada de la Royal Opera de Londres.
Las quería ver y escuchar por tratarse de representaciones musicales excepcionales pero también porque quería estar fresco y despierto para compenetrarme de estas obras.
Una siesta no cae mal
Pero a pesar de todos los esfuerzos, a veces nos atrapa el sueño en la ópera. Sin embargo hay ciertas medidas para ahuyentarlo.
Dormitar es una de ellas: si usted no duerme lo suficiente y con regularidad, la medida es obvia, y no es menos importante simplemente por ser la más obvia: tomar una siesta por la tarde previa a la función.
Incluso se puede hacer en el trabajo: tome una siesta de 30 minutos durante su horario de comida, cinco días de la semana. Es un hecho bien conocido que si usted observa esta regla, disminuirá en un tercio las probabilidades de sufrir un ataque al corazón.
Esta sola razón debería ser suficiente para convencerse de tomar siestas por las tardes – pero no abuse como lo hacen ciertos personajes del Anillo del Nibelungo: Fasolt y Brunhilda duermen unos 18 años, pero no juntos.
Comer ligero
Otra medida es comer ligero el día de la ópera, un yogurt o una sopa. Esto calma el hambre pero también significa que la sangre no se irá al estómago a participar en la digestión. Es preferible que circule en todo el cuerpo – incluyendo el cerebro – para mantener todos los sistemas en activo.
Las bebidas también son importantes. Me encanta el vino pero nunca tomo alcohol antes o durante la función. Provoca sueño. Qué tomar en vez de alcohol es una decisión personal y depende de cada sistema. Algunas personas se mantienen alertas con una taza de café o té, gracias a la cafeína.
Otros no se benefician de estas bebidas por padecer de asma o alguna otra condición. Y hay quienes se mantienen despiertas por el azúcar que contienen ciertos jugos de fruta. Conozca su cuerpo y beba lo que mejor le conviene.
Tome en cuenta que los refrescos y otras bebidas gaseosas no ayudan a mantenerse despierto en la ópera.
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Las condiciones climáticas de una sala también contribuyen a dormitar – como el calor excesivo – o a mantenerse despierto, como el aire acondicionado exagerado o los chiflones que conducen a dormirse para mantenerse caliente. Es muy difícil permanecer atento si uno se está congelando.
Y, desde luego, hay que ir vestido adecuadamente según la sala –si sabe que allí hace frío, vaya preparado. Al menos lleve una bufanda para adaptarse a las distintas condiciones.
En un mundo ideal, y adoptando ciertas medidas, todos podemos adherirnos al famoso edicto de Turandot: Nessun Dorma!
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