La premisa de England, my England, fascinante largometraje dirigido en 1995 por el cineasta británico Tony Palmer (1941) —uno de los realizadores cuyo trabajo ha girado mayormente en torno al mundo de la música (con películas sobre Benjamin Britten, Maria Callas, Igor Stravinsky, Richard Wagner, Giacomo Puccini, Georg Friedrich Händel, Dmitri Shostakovich, Johannes Brahms, Carl Orff…)— es realmente muy sencilla: en la década de 1960, un autor teatral (Simon Callow) intenta poner en escena una obra sobre Henry Purcell (Michael Ball), creador de un estilo musical muy personal basado en elementos estilísticos franceses e italianos y quizá el primer gran compositor del Barroco inglés.
Henry Purcell nació en Westminster en 1659, fue el mayor de tres hermanos —de los que el menor, Daniel Purcell (1664-1717), también se dedicó a la música— y formó parte del King’s College Choir. Alumno de Henry Cooke, Pelham Humfrey y John Blow, empezó a componer a temprana edad, aunque las fechas exactas de sus primeras obras son inciertas. En 1676 fue nombrado ayudante de John Blow, organista de la abadía de Westminster, y al año siguiente se convirtió en el compositor de cabecera de la orquesta de cuerdas conocida como Los 24 violines del rey, creada por Carlos II de Inglaterra en franca imitación de la orquesta del mismo nombre creada en 1626 por Luis XIII de Francia. En 1682, con 23 años de edad, contrajo matrimonio con Frances Purcell y también se convirtió en el organista titular de la abadía de Westminster. A partir de ese momento se concentró en la composición de música sacra, y no fue sino hasta alrededor de 1688 que volvió a escribir música para teatro. En 1689 estrena su ópera Dido y Eneas, una de las grandes obras maestras de la música inglesa, y en 1692 The Fairy Queen, semiópera basada en la comedia Sueño de una noche de verano (c. 1595) de William Shakespeare. Henry Purcell murió de tuberculosis en 1695, a los 36 años de edad, dejando a la posteridad un catálogo de casi 900 obras entre música instrumental, sacra, profana y escénica.
Y aunque en realidad es muy poco lo que conocemos sobre la vida de Henry Purcell, England, my England resulta un cautivante y original retrato del compositor y su época —la Restauración inglesa, los reinados de Carlos II (1660-1685) y Jacobo II (1685-1689), la Gran Peste de Londres (1665-1666), el Gran Incendio de Londres (1666), el duro invierno de 1684 en que el río Támesis se congeló—. Tony Palmer recurre de manera inteligente al recurso de la obra dentro de la obra, y no desperdicia la oportunidad para, a la par que la Inglaterra del siglo XVII se va desplegando ante nuestros ojos, hacer un ajuste de cuentas con la situación social y política de la Inglaterra de los años 60. Así, mientras dentro de la obra teatral personajes como el político Samuel Pepys (1633-1703), encarnado por John Shrapnel, y el dramaturgo John Dryden (1631-1700), encarnado por Robert Stephens, analizan el contexto histórico de su momento, los actores que les dan vida en nuestra época —y cuyas partes que interpretan sobre el escenario son también aquellas que interpretan dentro de la película— someten a análisis tras bambalinas no solo la obra que están interpretando sino la realidad de la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XX.
Al final, el resultado es una deliciosa joya cinematográfica que reta al intelecto sin dejar de ser disfrutable gracias a su hermosa y elegante fotografía, una acertadísima recreación de época y una impresionante banda sonora —la cual es, además, el motor de la película— a cargo de The Monteverdi Choir and Orchestra, el consort Fretwork y miembros de The English Chamber Orchestra, todos bajo la dirección de John Eliot Gardiner. Cabe mencionar que el guión de England, my England fue iniciado por el oscareado dramaturgo John Osborne (1929-1994), quien murió antes de completarlo, y el escritor Charles Wood (1932-2020) se encargó de concluirlo. Disfrute nuestro amable lector esta atípica biografía de un gran compositor.
England, my England (Tony Palmer, 1995, Reino Unido)
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