Concierto Barroco de Alejo Carpentier: música sin fronteras

por Francesco Milella Nuestro recorrido por el barroco musical llega hoy a su capítulo final: la historia continua y es necesario seguirla. Pero antes de […]

Por Francesco Milella Última Modificación junio 20, 2019

por Francesco Milella

Nuestro recorrido por el barroco musical llega hoy a su capítulo final: la historia continua y es necesario seguirla. Pero antes de voltear página, vale la pena dedicar unas palabras más a este extraordinario e inagotable periodo musical. Después de haber caminado por toda Europa hasta América a través de lo compositores y de las obras más representativas, después de haber mirado las transformaciones del barroco en cada época, desde Mozart y Beethoven hasta Debussy y Ravel, nuestro viaje llega hoy a su capítulo más extremo, exótico, surreal y fantástico: pasamos de la música a la literatura  para ver, a través de la mirada y la fantasía de uno de los más importantes escritores cubanos del siglo pasado, cómo el barroco musical fue también capaz de transformarse en ficción literaria, de encuentro entre tiempos y espacios distantes, de reflexión y definición de culturas. En fin, de diálogo maravilloso entre mundos y metáfora de nuestra modernidad.

Estamos hablando del gran Alejo Carpentier (1904-1980) y de su enigmática novela Concierto Barroco publicada por primera vez en 1974 por la editorial Siglo XXI. La historia nos cuenta el viaje de un rico criollo mexicano (el Amo) desde su casa en Coyoacán hasta Europa entre los años 1709 y 1733. El Amo, acompañado por su esclavo Filomeno, pasa por España y llega a Venecia en donde el compositor Antonio Vivaldi se interesa por la historia que el Amo cuenta acerca de Moctezuma y de la caída del mundo azteca con la llegada de los españoles. A través de su sensibilidad occidental, Vivaldi compone su ópera Motezuma a la que tanto el Amo como Filomeno asisten con curiosidad y cierto rechazo: lo que il prete rosso representa en su ópera no corresponde ni a la realidad histórica de los hechos ni mucho menos al mundo cultural que busca representar. El último capítulo, epílogo fantástico de la novela, relata el último viaje de Filomeno, de Venecia  hacia las ciudades de la modernidad, acompañado por los nuevos ecos del Jazz hasta el año 1924.

El Amo, Filomeno y Vivaldi son los personajes principales de Concierto Barroco, pero es la música la verdadera protagonista, la voz que nos acompaña en este viaje entre culturas y lenguajes. Carpentier, con el amor y la pasión por la música que caracteriza cada una de sus obras literarias, nos entrega una ciudad, la Venecia del siglo XVIII, como un mundo fantástico en donde se rompen las fronteras del tiempo y del espacio, para crear un espacio de experimentación e hibridismo cultural. Nos es difícil aquí recorrer todo el libro y sus infinitos temas. Por esta razón, vamos a focalizar nuestra mirada en un episodio que caracteriza la estancia del Amo y Filomeno, uno de los momentos más intensos y representativos del espíritu de la novela de Carpentier: el concierto que Antonio Vivaldi toca al violín, junto a sus alumnas del Ospedale della Pietà, acompañado por Domenico Scarlatti (clave) y Georg Friedrich (Jorge Federico) Handel (órgano).

«Subió el Maestro (Vivaldi) al pódium, agarró un violín, alzó el arco, y, con dos gestos enérgicos, desencadenó el más tremendo concerto grosso que pudieron haber escuchado los siglos. […] Prendido el frenético allegro de las setenta mujeres que se sabían sus partes de memoria, de tanto haberlas ensayado, Antonio Vivaldi arremetió en la sinfonía con fabuloso ímpetu, en juego concertante, mientras que Domenico Scarlatti […] se largó a hacer vertiginosas escalas en el clavicémbalo, en tanto que Jorge Federico Handel se entregaba a deslumbrantes variaciones que atropellaban todas las normas del bajo continuo». Mientras que los tres compositores se abandonaban a su brillante competencia musical («¡Dale, sajón del carajo!», «El Sajón nos está jodiendo a todos!»), Filomeno «había corrido a las cocinas, trayendo una batería de calderos de cobre, de todos tamaños, a los que empezó a golpear con cucharas, espumaderas, batidoras […] con tales ocurrencias de ritmos, síncopas, de acentos encontrados, que por espacio de treinta y dos compases lo dejaron solo para que improvisara».

Todo es ficción, juego, diversión, maravilla y fantasía: Vivaldi, Handel, Scarlatti quedan admirados por las habilidades de Filomeno, por su música para ellos exótica, diferente, totalmente ajena, y se unen a él en una fiesta musical que brota de las páginas de Carpentier y nos contagia con su energía. «Todos los instrumentos revueltos […]: esto es algo así como una sinfonía fantástica» comenta al final Handel mientras que Scarlatti comparte su sorpresa con tonos más fuertes en contra de Filomeno «¡Diablo de negro! Cuando quiero llevar un compás, él me impone el suyo. Acabaré tocando música de caníbales». El mundo latinoamericano, casi tribal y sensual, con sus percusiones y sus ritmos exóticos, dialoga con el barroco musical europeo, su bajo continuo y su tradición sólida y aristocrática. Es la emancipación cultural de América, la reivindicación de su identidad ante la vieja Europa, pero es también el triunfo del barroco musical, de su identidad más moderna. En la novela de Alejo Carpentier el barroco musical deja de ser europeo, occidental, “viejomundista”, antiguo, e institucional para sacar su rostro más fantástico y extravagante, mágico y casi espiritual. Es un barroco desordenado, caótico, desestabilizante, pero al mismo tiempo universal e incluyente. Es el barroco del siglo XX.

Vivaldi – Motezuma

Primera parte
Segunda parte
Francesco Milella
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