Paisello, un mito global

Viajamos de Nápoles a la Ciudad de México para construir la trayectoria de uno de los grandes protagonistas de la historia de la música: Giovanni Paisiello.

Por Francesco Milella Última Modificación diciembre 14, 2019

Por Francesco Milella

Un manuscrito desconocido, la historia de un compositor olvidado del siglo XVIII. Viajamos de Nápoles a la Ciudad de México para construir la trayectoria de uno de los grandes protagonistas de la historia de la música: Giovanni Paisiello.

Encuentros inesperados

Quien conoce los archivos y las bibliotecas lo sabe muy bien: la investigación a menudo nos lleva a toparnos con documentos que nunca hubiéramos imaginado. A veces, muy pocas la verdad, se trata de descubrimientos que cambian inesperadamente el camino de nuestro trabajo. En los casos más comunes colocamos nuestro manuscrito con orgullo en la lista de nuestros futuros retos académicos para continuar con nuestro trabajo entre papeles, guantes y cubrebocas. Lo que viví hoy visitando la Biblioteca Sutro en San Francisco y su acervo de música mexicana no revolucionó mi investigación, pero si la forma en que tenía pensando presentarles uno de los compositores del XVIII que más admiro: Giovanni Paisiello (1740-1816). 

Il Barbiere di Siviglia (San Petersburgo 1782) 

Entre libros y documentos de principios del siglo XIX encontré el manuscrito en lengua española, probablemente de 1810, de Il Barbiere di Siviglia, presentada en San Petersburgo en 1782. Poco después, en otro manuscrito de 1820 apareció la transcripción de su obertura para dos guitarras. Esta ópera, una de las más exitosas de las noventa y seis que compuso entre 1764 y 1808, se convirtió rápidamente en un verdadero hit internacional: no había corte ni teatro que no hiciera milagros para incluirla en su temporada y arreglar finalmente las cuentas desastrosas del año anterior. Lo que este documento me obligó a replantear fue la importancia histórica de Giovanni Paisiello. 

Las más recientes historias de la música han comenzado a incluir su nombre entre los grandes protagonistas del siglo XVIII, junto a Mozart y Haydn, pero pocas han presentado realmente su figura por lo que fue realmente: uno de los primeros compositores (junto al mismo Haydn) en alcanzar un éxito no solamente europeo, sino también global. Su música se escuchaba en París y en Nápoles, pero también en la Ciudad de México y, muy probablemente, en otras ciudades del continente americano (y no solo). Sus óperas se presentaban en los teatros, espacio absoluto de convivencia social del siglo XVIII, en las casas, en fiestas y pequeñas reuniones en transcripciones para piano o guitarra.

Conciertos para Piano (Rusia 1778-82) 

De Nápoles al mundo

Pero antes de llegar a México, volvamos al origen de esta historia. Giovanni Paisiello era originario de Taranto (Apulia), en aquel entonces ciudad del Reino de Nápoles, en 1740. Sus estudios, profundamente napolitanos, lo llevaron rápidamente a conseguir sus primeros éxitos cautivando la atención de los potentes italianos y extranjeros. En 1776 comienza su aventura rusa hasta 1783 cuando, tras una larga pausa vienesa, regresa a Nápoles con el título de “inspector de los espectáculos serios y bufos”. En 1802 se traslada a París aceptando la invitación de Napoleón. La aventura parisina, a pesar del prestigioso encargo, dura solo dos años: en 1804 regresa a su amada Nápoles donde muere en 1816. 

Messe du Sacre de Napoléon 

Ahora sí, pasamos a la pregunta que necesitamos responder: ¿cómo llegó Paisiello a alcanzar un éxito tan extenso y duradero? ¿Como pudieron sus óperas, como El Barbero de Sevilla, presentarse a mediados del siglo XVIII y seguir representando un modelo en el México independendiente? La respuesta no la encontramos en las modas de hoy o en la manera que tenemos nosotros de percibir su música (maravillosa, sin lugar a duda), sino en la época de Paisiello, en sus gustos y en la capacidad que tuvo él de complacerlos. 

Las razones de un mito

Paisiello estudia en Nápoles, ciudad musicalmente abierta a todo lo que la Europa de esos años podía ofrecer: creciendo en este contexto privilegiado, el joven Giovanni se apodera de la experiencia de sus maestros barrocos para acercarse a las nuevas modas del clasicismo: los viajes a Rusia, Austria y Francia le permiten mirar de cerca las continuas transformaciones de su época, la muerte inexorable de la estética barroca, vacía e innatural, y el surgimiento de un gusto que pretendía ser natural, racional y geométrico sin perder el gusto por el placer. 

Nina, o sia La Pazza per Amore 

Después de experimentos y pequeños triunfos (1760-1776), Paisiello comienza a darle al clavo. Óperas como Il Barbiere di Siviglia o la Nina (Caserta, 1789), más que sus encantadoras sonatas y conciertos para piano, alcanzan triunfos desproporcionados y colocan a Paisiello al centro de la vida musical occidental. Estaba dando a Europa y a sus colonias lo que ellas querían: música sólida, aguda y transparente como un aforismo de Voltaire, amable, delicada y suave como las estatuas de Canova, que Napoleón tanto amaba. No fue fácil para Rossini presentar su Barbero en 1816, poco antes de la muerte del mismo Paisiello: joven y presuntuoso, pretendía superar al maestro, al gran Paisiello. Con dificultad, pero lo logró: no por mejor, sino por astuto y tenaz. Rossini había interpretado perfectamente el gusto de su época. Como Paisiello pocas décadas antes. Y mientras que en las casas de la Ciudad de México se seguía tocando con pianos y guitarras la obertura del Barbero de Paisiello, el Teatro Principal en el centro de la ciudad comenzaba a representar el de Rossini…  

Francesco Milella
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