por Ricardo Rondón
El distinguido crítico musical del New York Times Anthony Tommasini, publicó hace unos meses que el barítono Dmitri Hvorostovky programado para cantar el Conde de Luna en Il Trovatore, de Verdi, probablemente no estaría en condiciones de presentarse. A los 52 años le diagnosticaron un tumor cerebral y canceló todos sus compromisos. Con determinación aceptó las primeras tres funciones antes de regresar a Londres para someterse a un tratamiento. Jugándosela como los buenos dio una actuación magnífica, con tono generoso y atrayente y el lirismo verdiano que sólo se les da a unos cuantos. La valentía de Hvorostovsky inspiró a sus colegas para dar una de las funciones más emotivas que recordamos. A su lado estuvo la soprano Anna Netrebko como Leonora y su voz sonó maravillosamente, rica, con sonido penetrante y expresividad. Difícilmente hay quien cante el Verdi maduro con esta calidad. Como Manrico, el tenor coreano Yonghoon Lee alcanzó un merecido triunfo enfrentando el difícil papel con resultados viriles y generosidad vocal. La mezzo-soprano Dolora Zajick nos dió una Azucena vibrante y parece que el tiempo no ha pasado por ella. Marco Armiliato dirigió con sensibilidad y sutileza extrayendo lo mejor de la magnífica orquesta del Met.
En el telón final Hvorostovksy fue recibido con una lluvia de rosas blancas y hemos tenido el honor de presenciar esta gloriosa carrera y de un tributo que augura éxito para el futuro.
No es frecuente que se conjunte un elenco tan parejo y talentoso como el del 3 de octubre que pasará a los anales de la historia de la ópera.
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