Orquesta del Conservatorio de Moscú, dirige Yaroslav Belyakov
La flor de piedra, ultimo ballet de Sergei Prokofiev, fue concebido en una época en que la salud del compositor estaba en franco declive y su relación con la autoridades rusas en pleno desgaste. En enero de 1948, el compositor –junto con prominentes colegas soviéticos como Shostakovich y Khachaturian– fue convocado para asistir a una reunión del Comité Central del Partido Comunista. Los compositores fueron atacados por Andrei Zhdanov y otros importantes miembros del partido por escribir música formalista y antidemocrática. Se dice que Prokofiev se sentó desafiante dando la espalda a quienes tenían la palabra mientras presentaban sus acusaciones. De ahí en adelante, las ejecuciones de su música en la Unión Soviética fueron raras. Además, hasta su muerte en 1953, no solo tenía que estar pendiente de cada nota que ponía en el papel, sino que su precaria situación le orillaba a escoger temas políticamente seguros e inofensivos para sus obras escénicas. Entonces, no sorprende que Prokofiev seleccionara un cuento de hadas para su ultimo ballet y creara una música apropiadamente luminosa y colorida.
La historia de La flor de piedra ocurre en los Montes Urales, donde el cortador de piedra Danilo abandona temporalmente a su prometida, Katerina, para acompañar a la Señora de la montaña de cobre a su reino. Ahí ella le muestra la legendaria flor hecha de piedra. Danilo, maravillado, se empecina en esculpir una replica en malaquita, un mineral verde tipo mármol que abunda en Rusia. Mientras tanto, Katarina es acosada por el villano de la historia, el borracho Severino. La Señora de la montaña de cobre decide ayudarla y lo captura mediante un hechizo que lo confina en el subsuelo de la montaña. Katarina busca a Danilo, pero su reunión es estropeada cuando la Señora se molesta al saber que Danilo quiere abandonar la montaña ahora que ha aprendido el secreto para hacer una flor de piedra. Al final, sin embargo, Danilo se gana el respeto de la Señora mediante el amor y fidelidad a Katarina, y los amantes parten para vivir felices para siempre.
Como se ha mencionado, esta partitura es una de las más accesibles entre sus obras importantes, por su carácter directo y sin complicaciones. La pieza es rica en melodías memorables, entre las que destaca la asociada con la Señora de la montaña de cobre, que reaparece a lo largo del ballet. Tres danzas sucesivas presentan la música más impactante de la pieza: no. 31 “Danza rusa”, no. 32, ‘Danza gitana”, y no. 33 “Danza de Severino”. Quizá La flor de piedra no tenga la celebridad de otros ballets de Prokofiev anteriores, como Romero y Julieta o La Cenicienta, pero se distingue por un cierto carisma melódico y rítmico; y aunque no presente nuevos adelantos compositivos, es una obra sólida y encantadora.
Además de una suite, Prokofiev extrajo tres obras orquestales de este ballet: Suite de boda op. 126, Fantasía gitana op. 127 y Rapsodia de los Urales op. 128. El compositor murió poco después de completar las revisiones de un pas de deux en el ultimo acto del ballet.
Fuente Robert Cumming para allmusic.com
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