Arthur Honegger (1892-1955) nació en Francia, pero fue criado en Suiza, país de orígen de sus padres. Estudió en el Conservatorio de Zurich antes de regresar a Francia a la edad de 21 años para estudiar en el Conservatorio de París. Honegger fue uno de Les Six, un grupo de jóvenes compositores que rechazaron el romanticismo musical y heredaron de Erik Satie y Jean Cocteau su espíritu irreverente y gusto por el absurdo. El surgimiento de Les Six se debió en buena medida a una creación periodística en lugar de ser una escuela estilística definida, razón por la que Honegger se alejaría pronto de ese círculo.
Honegger logró un éxito razonable con sus dos primeras obras, Le Roi David (1921) y Pacific 231 (1923), obras que siguen siendo sus composiciones más conocidas. Pero ninguna es totalmente representativa de su trabajo, que incluye música de cámara, óperas, conciertos, sinfonías y más de cuarenta bandas sonoras. Honegger era miembro activo en el movimiento renovador católico en Francia y hay un lado religioso en gran parte de su música; obras tan relevantes como la Sinfonía N.º 3, subtitulada Litúrgica tiene movimientos titulados Dies iræ, De profundis clamavi y Dona nobis pacem. La música de Honegger fue también influenciada por Stravinsky y el jazz, ya que hacía uso frecuente de la disonancia y politonalidad. Honegger creía que la música era exitosa sólo si recibía buena aceptación de la audiencia: “mis esfuerzos siempre se han dirigido hacia el ideal de escribir música que sea entendible para la gran masa de oyentes, pero suficientemente libre de banalidad como para que interese a los amantes de la música”. A lo largo de su carrera tuvo problemas en lograr el equilibrio entre la accesibilidad y la expresión artística.
Honegger comenzó a trabajar en Une Canate de Noel en 1940, en colaboración con el poeta suizo César von Arx, cuya obra La pasión de Selzach formó la base del libreto. Cuando von Arx se suicidó tras la muerte de su esposa, Honegger relegó la obra hasta 1953, cuando recibió una comisión de la Orquesta de cámara de Basilea. La instrumentación de la canatata es para barítono, coro, coro de niños y orquesta. La obra se estrenó en diciembre de 1953 y fue la última composición del suizo.
Honegger impregnó a la cantata un tono dramático, al pretender representar una progresión de la oscuridad a la luz. Después de una introducción instrumental algo disonante, el coro entra con un lamento mudo, como un anhelo que no alcanzamos a discernir, algo que no se puede poner en palabras. Cuando finalmente se articula, Honegger utiliza las primeras líneas del Salmo 130, “desde las profundidades donde lloro, oh Señor, escucha mi voz”. Parece un texto inusual para una cantata navideña, en especial porque este texto se utiliza en la liturgia de muertos, pero continúa el Salmo, “que Israel espera a Jehová, porque el señor es la misericordia y él redimirá a Israel de todos sus pecados.” Esto se vuelve explícito cuando el coro hace un angustiado grito “O viens Emmanuel! El coro de los niños, como un coro de Ángeles distantes, proporciona una respuesta tranquilizadora mientras el solo de barítono canta las palabras “habló el ángel los pastores anuncian el nacimiento de Cristo.”
La sección intermedia de Une Cantate de Noel es en forma de un quodlibet, con cinco diferentes villancicos. El efecto es inusual, sin embargo, para los villancicos cantados, con frases o incluso solo palabras que pasa de voz en voz en el coro. En algún momento villancicos de medida binaria y ternaria son cantados simultáneamente. Honegger fue un gran admirador del estilo polifónico de Bach y esta sección presenta polifonía en un idioma completamente del siglo XX. Los villancicos se cantan cada uno en su propia lengua, algunos en alemán, inglés y francés.
Esto no sólo sirve para aclarar la música sino también representa la universalidad de la experiencia de la Navidad de Honegger.
La sección final se abre con el coro de niños cantando otro himno de alabanza, el inicio del Salmo 117 (alabanza al señor, todos vosotros, las naciones unidas), en canto llano. El coro recoge este texto en un exuberante y alegre vals, con el coro de niños flotando sobre una melodía tipo coral. Un postludio instrumental retoma parte de la música de villancicos, lo que lleva a la cantata a su conclusión.
Fuente: Michael Moore
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