El impacto de la figura de Carlos Chávez en la música mexicana del siglo XX es palpable. Su labor como compositor, director, gestor y organizador tocó amplios niveles de la vida musical del país y a las vez generó importantes nexos internacionales para dar visibilidad a la música mexicana. Aquí nos concentramos en el Chávez compositor, quien como Ponce retoma de manera personal aspectos del folclore para enriquecer su música.
1. Concierto para piano y orquesta
El monumental Concierto para piano, compuesto en 1940 y cuya exigente partitura para el instrumento solista ha sido la pesadilla de más de un pianista. Nacionalismo en clave modernista —en el mejor estilo de Bartók o Stravinski—, este es uno de los conciertos para piano clave de la época contemporánea, además de una de las obras más importantes dentro de la producción musical de Chávez.
2. Suite del ballet Caballos de vapor (H.P.)
Una suite sinfónica extraída del extravagante ballet del mismo nombre, cuya escenografía y vestuario (que incluían frutas danzantes y una bailarina disfrazada como locomotora gigante) fueron diseñados por Diego Rivera. En ella se entrelazan diversos estilos que van del entonces popular modernismo maquinista (en el estilo de George Antheil) al más vigoroso nacionalismo.
3. Sinfonía india
De un modo más o menos simple, puede decirse que la Sinfonía india de Carlos Chávez (1899-1978) toma su peculiar carácter sonoro de la combinación de tres elementos fundamentales, plenamente interdependientes entre sí: las melodías indígenas originales, la complejidad rítmica, y el empleo de ciertos instrumentos prehispánicos de percusión.
4. Xochipilli para ensamble
Xochipilli es una libre recreación de lo que pudo haber sido la música de los antiguos mexicas. Su título original es Xochipilli-Macuilxóchitl, que es el doble nombre del dios azteca del amor, la belleza, las flores y el maíz. Al igual que en la Sinfonía India, en esta obra encontramos la presencia de instrumentos indígenas.
5. Toccata para percusiones
Finalmente encontramos la Toccata para percusiones, que es —al lado de la Sinfonía India— una de las obras más difundidas del compositor. Se trata de una obra formada por complejos contrastes rítmicos y sonoros compuesta en 1942 por encargo del mismísimo John Cage.
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