La música incidental tiene como objetivo crear un efecto atmosférico o acompañar la acción en una obra teatral; se considera su existencia desde los tiempos del drama griego.
Grandes obras de música incidental
El compositor inglés, Henry Purcell (1659-1695), escribió mucha música incidental para el teatro de su época.
Desde el principio del siglo XIX existen magníficos ejemplos, por ejemplo: la música de Beethoven para Egmont, de Goethe;
Mendelssohn para El sueño de una noche de verano, de Shakespeare;
Grieg para Peer Gynt, de Ibsen;
La arlesiana, de Bizet, para la obra de Alphonse Daudet;
la música de Sibelius para Pélleas et Melisande, de Maurice Maeterlinck;
y la de Walton para Macbeth, de Shakespeare, entre otras.
Fronteras y manifestaciones
Algunas fuentes aventuran que, en cierto sentido, la música para cine y televisión es música incidental, pero los compositores dedicados a crear sendas y significativas partituras para una película rechazan este mote, pues consideran que su trabajo no es inferior al esfuerzo de escribir una ópera o una pieza orquestal.
En la cinematografía, se le diferencia de la banda sonora, la cual incluye canciones de artistas seleccionadas por los directores con el fin de acompañar la trama, ya sea con la melodía completa o fragmentada.
En este entorno, la música incidental es
una obra integral, similar en estructura a la música clásica, orquestada, instrumental, extensa, cíclica y con un tema recurrente que la mayoría de las veces acompaña las escenas de principio a fin y a la vez crea un vínculo narrativo transversal con el discurso cinematográfico.
También se le suele considerar en el ámbito de la televisión, la radio y, en las últimas décadas, de los videojuegos.
Fuente: Michael Kennedy, The Oxford Dictionary of Music, Oxford & New York, Oxford University Press, 1985.
Comentarios