Manuel M. Ponce: la obra completa para piano

Coincidiendo con los 70 años del fallecimiento de Manuel M. Ponce (1882-1948), el sello Grand Piano, a través de Naxos Records, ha editado el segundo […]

Por Jose Antonio Palafox Última Modificación junio 5, 2018

Coincidiendo con los 70 años del fallecimiento de Manuel M. Ponce (1882-1948), el sello Grand Piano, a través de Naxos Records, ha editado el segundo volumen de un ambicioso proyecto que abarca la obra completa para piano del compositor zacatecano, interpretada por el pianista vasco-iraní Álvaro Cendoya (1960), quien actualmente es profesor en el Conservatorio Superior de Música del País Vasco y ha dado de qué hablar a la crítica especializada con su versatilidad para interpretar un variado repertorio iberoamericano del siglo XX.

Manuel M. Ponce empezó a componer piezas para piano a los nueve años de edad, y a lo largo de los siguientes 57 años llegó a escribir casi doscientas obras —desde danzas, minuetos y valses hasta mazurcas, preludios y sonatas— que reflejan no solo su conocimiento y dominio, como intérprete, de las posibilidades expresivas de dicho instrumento, sino también las etapas estilísticas en que puede dividirse su labor como compositor.

En su primera etapa, Ponce compuso gran cantidad de obras influenciadas por el folclore mexicano (por ejemplo, la Danza del sarampión, Canto maya y Alma en primavera). Su estancia en Italia (1904) y Alemania (1906) para perfeccionar su técnica pianística impregnó su obra con un expresivo vigor de orden romántico que refleja la poderosa influencia de —sobre todo— Franz Liszt, Robert Schumann y Frédéric Chopin (por ejemplo, en Introducción, preludio y fuga sobre un tema de J. S. Bach, Preludio y fuga sobre un tema de Händel, sus Nocturnos, los Catorce trozos románticos y una abundante colección de mazurcas). Un viaje hecho en 1915 a La Habana lo hizo adoptar también las estructuras melódicas y armónicas características de la música cubana (por ejemplo en sus tres Rapsodias cubanas y en la Suite cubana). La tercera etapa se caracteriza por una transición del romanticismo nacionalista al modernismo, el cual se había manifestado esporádicamente desde las obras de juventud pero se consolidó a partir de la estancia del compositor en París (1925). Sin perder sus convicciones nacionalistas (por ejemplo, en la Rapsodia yucateca y en la Balada mexicana, que es una de las piezas representativas del nacionalismo musical mexicano) ni el impulso romántico (por ejemplo, en el famoso Intermezzo no. 1), Ponce empieza a hacer uso de elementos propios del neoclasicismo y el impresionismo franceses, como la escala pentatónica, la politonalidad, la libertad melódica y el cromatismo (por ejemplo, en el Scherzino dedicado “a monsieur Claude Debussy” y en el Prélude et fugue pour la main gauche seule). Su última etapa estilística ofrece un sabio equilibrio entre sus diversos intereses temáticos, expresados por medio de un lenguaje armónico muy rico y una elegante estilización de los temas folclóricos (por ejemplo en el Idilio mexicano para dos pianos, las Veinte piezas fáciles —sobre todo la Canción de los tamales, la Danza yaqui, Cielito lindo y Las mañanitas—, la Metamorfosis de concierto de la famosa Estrellita y las Cuatro danzas mexicanas).

En 1997, el pianista mexicano Héctor Rojas (1942) llevó a cabo la mastodóntica tarea de grabar toda la obra para piano de Manuel M. Ponce. Editada en siete discos compactos bajo el sello Tempus Clásico (y después distribuida por Sony), este espléndido trabajo se erigió como valioso documento musical y única edición integral disponible, amén de que su incuestionable calidad podría hacer parecer innecesaria otra versión. Sin embargo, la propuesta de Álvaro Cendoya es ofrecer al escucha un Ponce no solo mexicano, sino universal. Efectivamente, en las piezas que interpreta en estos dos primeros volúmenes (de ocho proyectados), el pianista se traslada con incomparable gracia y soltura por el extenso rango de estilos que abordó Ponce a lo largo de su vida. Para conseguirlo, se ha apoyado en una estrecha colaboración con Paolo Mello, catedrático e investigador de la Facultad de Música de la UNAM, además de especialista en la obra de Manuel M. Ponce, con el objetivo de profundizar su comprensión de la obra del compositor. Como resultado, la interpretación de Cendoya es admirablemente lúcida y balanceada: brillante y vigorosa en las piezas nacionalistas, apasionada y elegante en las piezas románticas, delicada y sensual en las piezas de aliento impresionista, y concisa y meticulosa en las piezas modernistas.

Si bien la grabación de Héctor Rojas está ordenada cronológica y estilísticamente, la de Cendoya opta por subrayar el eclecticismo del compositor. Así, en el primer volumen encontramos no solo algunas de las obras más conocidas del Ponce nacionalista, como Estrellita, Cielito lindo, A la orilla de un palmar, Cuiden su vida, La rancherita, la barcarola Xochimilco y Las mañanitas, sino también el romántico Intermezzo no. 1, tres apasionadas mazurcas y los modernos Deux Études dedicados a Arthur Rubinstein, mientras que el segundo volumen se centra en las exploraciones de los ritmos cubanos (la Rapsodia cubana no. 1, la Suite cubana, el Preludio cubano), las técnicas impresionistas (el Scherzino dedicado a Claude Debussy, los Preludios encadenados) y las posibilidades sonoras del modernismo (el Intermezzo no. 2, la Suite bitonal). Además, un atractivo adicional que posee la versión de Álvaro Cendoya es la inclusión de dos mazurcas inéditas (ambas grabadas en el volumen 1) que aparecieron en los archivos del pianista Carlos Vázquez (1920-2013), alumno y heredero universal de Ponce. Rigurosamente hablando, esto la convertiría en la verdadera primera obra completa para piano de Manuel M. Ponce… ¿o no?

José Antonio Palafox para Música en México

 

Manuel M. Ponce: A la orilla de un palmar / Álvaro Cendoya (piano)

Jose Antonio Palafox
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