Diego Elizarraraz, piano
El compositor mexicano Germán Romero comenta sobre esta obra:
A mediados de 1985 tenía 18 años y estaba en el segundo semestre del propedéutico en composición en la Escuela Nacional de Música, pero no cursaba la materia (no por desobligado, sino porque aún no estaba incluida en el programa de estudios). Había tomado un primer curso con Julio Estrada y estaba a la espera de continuar mis estudios con él en el taller de composición del CENIDM, que empezaría en septiembre próximo. También había entrado de oyente al taller de Federico Ibarra, pero había dejado de asistir por no sentirme identificado con su propuesta pedagógica. En ese lapso compuse para mi amiga Irma Enriquez “Tres canciones para Aura” para piano solo, inspirado en la novela de Carlos Fuentes -en concreto, en los ojos de Aura-. La pieza nunca se estrenó (sigue sin estrenarse de hecho) y durante muchísimos años no la consideré en realidad una “obra”, por no responder a los cánones preestablecidos de lo que debe ser una música contemporánea. Es nostálgica, muy sencilla, sin ningún reto técnico, sin pretensiones conceptuales: simplemente disfrutaba sentarme al piano a tocar y encontrar sonoridades armónicas que me gustaran, y construir con ellas una narrativa personal, sin la influencia de ningún profesor. Con este procedimiento sentía que estaba encontrando un mundo sonoro con el que me identificaba, que no se parecía a lo que había compuesto antes, ni a lo que compondría en toda mi etapa escolar. Sin embargo, no la descarté de mi catálogo porque nunca dejé de pensar que había algo en esa pieza que me representaba de manera íntima, cosa que resultó cierta 12 años después, cuando retomé esta búsqueda -impulsado por la música de Feldman- de un universo armónico personal. Hace 2 ó 3 años, Fernando Zúñiga me preguntó si tenía una pieza para piano sencilla para estudiar en su clase de piano, y me animé a dársela, con ciertas reservas (no por él, sino porque seguía sin estar seguro de que valieran la pena ser presentadas en público). Al final no la interpretó, pero la pieza volvió a la luz, y hace unos meses Diego Elizarrraraz me las pidió con el mismo propósito. El resultado es la grabación que les comparto que hicimos el día de ayer….¡36 años después de haberla compuesto!. Su interpretación me convenció finalmente de que si es una obra que vale la pena compartir porque confirmé que proyecté en ella algo íntimo y esencial de mi mundo sonoro. Un inesperado cierre de un ciclo que no sabía que tenía que cerrar.
¡Muchas gracias Diego!
Música en México agradece a Germán Romero por facilitar estos materiales.
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