Bach en la historia: el siglo XX

Wanda Landowska tenía solo catorce años cuando, en 1893, fue invitada a tocar frente a Artur Nikisch.

Por Francesco Milella Última Modificación febrero 3, 2019

Por: Francesco Milella

Wanda Landowska tenía solo catorce años cuando, en 1893, fue invitada a tocar frente a Artur Nikisch, uno de los mayores directores de orquesta de ese momento, en aquel entonces director de la Sinfónica de Boston.

El programa, elegido por la misma Landowksa, era breve y sencillo ya que incluía algunos preludios y fugas del primer libro del Clave bien temperado de Bach. Sin embargo, lo que más dejó impresionado al gran director alemán, a pocos años de llegar a ser el líder de la Filármonica de Berlín, fue el instrumento sobre el cual la joven música polaca estaba tocando: un clave.

Por casi un siglo las obras de Bach habían sido interpretadas por todos los grandes pianistas y las más prestigiosas orquestas con el mismo gusto romántico con el cual, en los mismos años, Schumann y Brahms tocaban y dirigían sus obras.

Tocar Bach al clave era algo inimaginable, impensable, incluso absurdo para la mentalidad y la cultura de esos años. Pero Wanda Landowksa (1877-1959) no estaba de acuerdo.

Gracias a intensos y profundos estudios de musicología, la joven pianista polaca se acercó rápidamente al mundo de la música antigua con el deseo de recuperar no solamente bellísimas páginas totalmente olvidadas sino también su estilo interpretativo y su gusto estético.

Y así descubrió el clave: buscando antiguos instrumentos en los museos de Europa e incluso llegando a comisionar nada más y nada menos que a Pleyel claves “sobre medida”, Wanda Landowska comenzó a tocar las más bellas páginas de Couperin, Rameau y, obviamente, de su amado Bach.

Las interpretaciones de obras de Bach que de 1931 en adelante Wanda Landowska grabó no son las primeras que buscamos al entrar en una tienda de discos. Y no por la mala calidad de la grabación: aún criticando el teatral y poderoso gusto de Brahms y Listz, Landowska no logra abandonarlo completamente, como podemos percibirlo en sus grabaciones caracterizadas por un sonido pesado, lento y muy poco ágil.

Pero la gran labor de la clavecinista polaca no está en sus grabaciones sino en su actividad didáctica.

Con el apoyo moral que inmediatamente le dieron artistas de la talla del escritor Tolstoy, el escultor Auguste Rodin y el filántropo Albert Schweitzer, en 1913 obtuvo la primera cátedra de clave en la Hochschule für Musik de Berlín, a través de la cual pudo formar una larga y prestigiosa serie de clavecinistas como Ralph Kirkpatrick, Ruggero Gerlin y Clifford Curzon. Las puertas de la filología musical estaban por abrirse.

El siglo XX es seguramente el más importante para la recuperación de la música de Bach. La experiencia de Wanda Landowska había dejado una enorme herencia: una nueva mirada hacia el repertorio barroco.

Desde ese momento, lenta y tímidamente, Bach fue protagonista de una verdadera revolución: grandes cantantes como Kirsten Flagstad, Irmgard Seefried y Elisabeth Grümmer, así como los primeros grupos especializados en el barroco dedicaron discos a algunas de sus obras. Obviamente todos fueron grabados con el clave.

Junto a esta revolución musical, la trayectoria de Wanda Landowska llevó, casi contemporáneamente en las universidades europeas y americanas, a otra revolución.

Después de la Neue Bach Ausgabe, la nueva edición crítica de las obras de Bach emprendida en 1950 (cien años después de la Bach Ausgabe), el mundo académico occidental comenzó a descubrir con gran sorpresa que la misma mirada filológica que ya desde hacía más de un siglo se había estado aplicando a la literatura antigua y medieval, podía ser aplicada, con las debidas diferencias, al mundo de la música antigua y barroca, y por lo tanto a Bach.

Comienza la aventura del Bach contemporáneo, del Bach con cuerdas de tripa, instrumentos originales. En fin, del Bach filológico, con sus méritos y sus degeneraciones.

Son pocos los artistas de nuestro pasado, excluyendo obviamente los del mundo clásico, que han dado vida a tantas y tan variadas interpretaciones a lo largo de los siglos que siguieron a su muerte. Y menos son los que han logrado cambiar y revolucionar nuestra historia, nuestra cultura y nuestra estética. Bach es uno de ellos.

Se cierra así el último acto de una historia realmente fascinante, una historia que no quiso simplemente contar la aventura de un gran músico como Bach en los siglos después de su muerte.

Con estas breves reflexiones he intentado compartir con ustedes la grandeza, la complejidad y la belleza de un artista que, tanto en la Ilustración como en el Romanticismo, ha logrado imponerse como referencia absoluta de armonía y equilibrio, cambiando las ideas y a los hombres.

Se cierra, pues, una historia inagotable, que debiera continuar para ayudarnos a descubrir nuevos secretos y magias de un genio total y absoluto de nuestra cultura.

La Ilustración nos ayudó a descubrir su racionalidad y su geometría, el Romanticismo su fuerza espiritual, la Edad contemporánea su complejidad histórica e interpretativa. ¿Qué nos espera en el siglo XXI? Sigamos descubriéndolo, aquí, en Música en México, compartiendo su obra, su belleza y su fuerza.

GOLDBERG VARIATIONS – Cembalo: Wanda Landowska (First Rec 1933)

Wanda Landowska videoclip

Francesco Milella
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