Nikolai Lugansky, piano
La última obra para piano de César Franck se publicó en 1888, dos años antes de su muerte. El hecho de que este ciclo no haya tenido el éxito del Prélude, Choral et Fugue es difícil de creer, dado el contenido expresivo de los dos primeros movimientos (Prélude y Aria). El proceso creativo de Franck llama la atención por estar basado en la religión y en la música sacra.
Después de una introducción de quince compases, el Aria, molto espressivo ma semplice, hace su aparición, su magia melódica pronto se magnifica en octavas, se extrapola en fluidas texturas legatissimo y se forja hasta un clímax embelesado. Marcada como Allegro molto ed agitato, la final comienza con una persecución apresurada en octavas resonantes y descargas de octavas que activan una figura cromática que sugiere una posesión demoníaca. Anunciado por un animado florecimiento de octavas separadas en contrapunto, un tema parecido a un carillón resuena en el registro central del instrumento, pronto adornado con tresillos, para anunciar la salvación. En buena forma cíclica, estos temas florecen a partir de gérmenes y frases en los movimientos precedentes, y proceden a una gran lucha de desarrollo de la luz en la oscuridad que se resuelve, en una extensión sublime, cuando el tema de apertura del Prélude y el Aria se entretejen en un éxtasis plateado.
Fuente: Adrián Corleonis en youtube y henle.de
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