En el siguiente extracto de su autobiografía, Stravinski reflexiona el propósito de la música:
Si, como es casi siempre el caso, la música parece expresar algo, esto es sólo una ilusión y no una realidad. Es simplemente un atributo adicional, que, por acuerdo tácito e inveterado, le hemos prestado, puesto sobre él, como una etiqueta, una convención; en resumen, un aspecto inconscientemente o por la fuerza del hábito, que hemos llegado a confundir con su ser esencial….
El fenómeno de la música se nos da con el único propósito de establecer un orden en las cosas, incluida, y particularmente, la coordinación entre el hombre y el tiempo. Para su puesta en práctica, su requisito indispensable y único es la construcción. Una vez terminada la construcción, se ha alcanzado este orden y no hay nada más que decir. Sería inútil buscar o esperar algo más de él. Es precisamente esta construcción, este orden logrado, lo que produce en nosotros una emoción única que nada tiene en común con nuestras sensaciones ordinarias y nuestras respuestas a las impresiones de la vida cotidiana. No se podría definir mejor la sensación que produce la música que decir que es idéntica a la que evoca la contemplación de las formas arquitectónicas.
Fuente: I Stravinsky, An Autobiography, 1935, Calder and Boyars ed., 1975, págs. 53-54.
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