por José Antonio Palafox
1. Beethoven y el cine
“I like these calm little moments before the storm. It reminds me of Beethoven. Can you hear it? It’s like when you put your head to the grass and you can hear the growin’ and you can hear the insects. Do you like Beethoven?”, dice el sádico y corrupto agente de la DEA Norman Stansfield (Gary Oldman) a uno de sus subordinados momentos antes de asesinar a sangre fría a toda la familia de Mathilda (Natalie Portman) en Léon (Luc Besson, 1994). Cuando por fin se encuentra frente a frente con su víctima principal, el padre de Mathilda, Stansfield lo mira de hito en hito y le dice “You don’t like Beethoven. You don’t know what you’re missing. Overtures like that get my… juices flowing. So powerful. But after his openings, to be honest, he does tend to get a little fucking boring. That’s why I stopped!”.
Independientemente de la opinión de este psicópata amante de la música clásica, lo cierto es que la música de Ludwig van Beethoven se encuentra presente en gran cantidad de películas. Si bien casi siempre se trata de los mismos fragmentos (el inicio de la Sinfonía No. 5, el final de la Sinfonía No. 9, la Sonata para piano n.º 14, Claro de luna), al cinéfilo avezado le basta con escuchar los primeros acordes de una de estas piezas para evocar imágenes determinadas de las más diversas películas. Por ejemplo, ¿qué aficionado duro de roer no recuerda, con tan solo escuchar unos acordes del final de la Sinfonía No. 9, op. 125, cierta escena de Shine (Scott Hicks, 1996) o ese insuperable momento kitsch que es la secuencia del entrenamiento de fútbol en La sociedad de los poetas muertos (Peter Weir, 1989), donde el señor Keating (Robin Williams) y sus alumnos corren tras el balón mientras se escucha de fondo la misma música que acompaña no solo las violentas fantasías de Alex (Malcolm McDowell) en La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971) sino también el momento de reflexión interna del poeta Gorchakov (Oleg Yankovsky) en Nostalgia (Andrei Tarkovski, 1983)?
Del mismo modo, encontramos fragmentos de la Sinfonía No. 7, op. 92 acompañando las imágenes de películas como El gato negro (Edgar G. Ulmer, 1934), Isadora (Karel Reisz, 1968), The Fall (Tarsem Singh, 2006), The Darjeeling Limited (Wes Anderson, 2007), El discurso del rey (Tom Hooper, 2010) o X-Men: Apocalipsis (Bryan Singer, 2016). La Sinfonía No. 6, op. 68 se puede escuchar en el segmento de Fantasía (1940) dirigido por Jim Handley, pero también en L’armée des ombres (Jean-Pierre Melville, 1969), Soylent Green (Richard Fleischer, 1973), Sophie’s Choice (Alan J. Pakula, 1982) y Big Fish (Tim Burton, 2003).
Por su parte, la inconfundible Sinfonía No. 5, op. 67 se hace escuchar en filmes como La edad de oro (Luis Buñuel, 1930), Broken Lullaby (Ernst Lubitsch, 1932), Sabotaje (Alfred Hitchcock, 1942), Cat on a Hot Tin Roof (Richard Brooks, 1958), El diario de Ana Frank (George Stevens, 1959), Anónimo veneciano (Enrico Maria Salerno, 1970) y el segmento de Fantasía 2000 (1999) dirigido por Pixote Hunt. Con una presencia más discreta, la Sinfonía No. 3, op. 55, Eroica acompaña momentos de El día que Nietzsche lloró (Pinchas Perry, 2007), El solista (Joe Wright, 2009) y Hitchcock (Sacha Gervasi, 2012), mientras que en dos escenas de Born Yesterday (George Cukor, 1950) encontramos la Sinfonía No. 2, op. 36.
También recurrente en el ámbito cinematográfico es la obra pianística del genio de Bonn. Su Concierto para piano No. 4, op. 58 aparece en Barfly (Barbet Schroeder, 1987), en tanto que el hermoso adagio del Concierto para piano No. 5, op. 73 deleita nuestros oídos en películas como Picnic at Hanging Rock (Peter Weir, 1975), El crimen del padre Amaro (Carlos Carrera, 2002) y El discurso del rey. Las Variaciones Diabelli pueden escucharse en Elegy (Isabel Coixet, 2008), mientras que la Bagatela en la menor WoO 59, Para Elisa hace acto de presencia en películas como El bebé de Rosemary (Roman Polanski, 1968), Muerte en Venecia (Luchino Viscont, 1971), Patch Adams (Tom Shadyac, 1998), August Rush (Kirsten Sheridan, 2007), Django Unchained (Quentin Tarantino, 2012) y Nymphomaniac (Lars von Trier 2013).
De sus 32 sonatas para piano, encontramos la no. 1 en Traffic (Steven Soderbergh, 2000), la no. 2 en Guten Tag, Ramón (Jorge Ramírez Suárez, 2013), la no. 4 en Jane Eyre (Cary Fukunaga, 2011), la no. 8, Patética, en La edad de la inocencia (Martin Scorsese, 1993), la famosísima no. 14, Claro de luna, en House of Dracula (Erle C. Kenton, 1945), El retrato de Dorian Gray (Albert Lewin, 1945) y en esa curiosidad para el melómano cinéfilo que es Moonlight Sonata (Lothar Mendes, 1937), donde el pianista y compositor polaco Ignacy Jan Paderewski (1860-1941) se interpreta a sí mismo interpretando esta sonata de Beethoven, además de en Lacombe Lucien (Louis Malle, 1974), Sid y Nancy (Alex Cox, 1986), Misery (Rob Reiner, 1990) y El pianista (Roman Polanski, 2002). La sonata no. 21, Waldstein, hace acto de presencia en la elegante A Room with a View (James Ivory, 1985) y la tempestuosa no. 23, Appassionata en Shine. Además, los hermanos Coen hacen un amplio uso de las sonatas nos. 8, 14, 15, 23, 25 y 30 en The Man Who Wasn’t There (2001).
En cuanto a dúos, tríos y cuartetos, la Sonata para violonchelo y piano No. 1, op. 5 engalana la banda sonora de The Horse Whisperer (Robert Redford, 1998), la Sonata para violonchelo y piano No. 3, op. 69 hace lo mismo con La novia vestía de negro (François Truffaut, 1968) y la Sonata para violín y piano no. 9, mejor conocida como la Sonata a Kreutzer, se deja escuchar en La sonata a Kreutzer (Veit Harlan, 1937) y en Hellboy II: The Golden Army (Guillermo del Toro, 2008). Los cuartetos no. 9, op. 59; no. 10, op. 74; no. 14, op. 131; no. 15, op. 132 y no. 16, op. 135 forman parte fundamental de Prénom Carmen (Jean-Luc Godard, 1983), en tanto el cuarteto op. 18, no. 4 acompaña a Tom Cruiise en Misión imposible 3 (J.J. Abrams, 2006). También en El solista encontramos los cuartetos nos. 12, 14 y 15, al lado de la Sonata para violonchelo y piano No. 4, op. 102 y del Triple concierto para violín, violonchelo y piano, op. 56.
La poderosa obertura a Egmont hace acto de presencia en Historia de dos ciudades (Jack Conway, 1935) y en Lincoln (Steven Spielberg, 2012), el bello cuarteto vocal Mir ist so Wunderbar de Fidelio en Onegin (Martha Fiennes, 1999), el tercer movimiento del Concierto para violín op. 61 en Los lunes al sol, (Fernando León de Aranoa, 2002) y la Danza alemana no. 10 en Sherlock Holmes (Guy Ritchie, 2009)… Sin embargo, este recuento no quiere ser exhaustivo y trata de evitar la mención del uso de la música de Ludwig van Beethoven que se ha hecho en abundantes bodrios fílmicos. Baste señalar que, por ejemplo, el Concierto para piano No. 3, op. 37 forma parte —por desgracia— de la banda sonora de Mis últimas cinco novias (Julian Kemp, 2009), al igual que la Sinfonía No. 9 aparece en Zombis nazis (Tommy Wirkola, 2009) y la Sonata para piano no. 14 en Un chihuahua en Beverly Hills 3: ¡Viva la fiesta! (Lev L. Spiro, 2012). Ni hablar de la desafortunada primera película protagonizada por un perro San Bernardo llamado Beethoven, donde se incluye la Sinfonía no. 5 de su homónimo de carne y hueso, y mejor tampoco entrar en detalles sobre quién usó sin permiso de quién la música de la famosa cortinilla del programa televisivo El chavo del ocho, que es un arreglo para sintetizador hecho por el músico francés Jean-Jacques Perrey (1929-2016) sobre la Marcha turca de Las ruinas de Atenas, op. 116 de Ludwig van Beethoven.
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