Sonatas para violín y piano op. 12

La música de Beethoven tiene un vigor y urgencia ausente en las sonatas para violín de Mozart y sus contemporáneos.

Beethoven 250
Por Música en México Última Modificación abril 7, 2021

Sonata para violín y piano op. 12, no. 1

Anne Akiko Meyers, violín
Akira Eguchi, piano

Desde el mismo inicio de la primera sonata, la música de Beethoven tiene un vigor y urgencia ausente en las sonatas para violín de Mozart y sus contemporáneos. Además, hay numerosos giros armónicos no convencionales y excursiones a tonalidades remotas. Cabe decir que el violín, y no el piano, es quien presenta el tema lírico que sigue inmediatamente del material de apertura. En cuanto a la nueva energía y la urgencia de la música, esto se manifiesta en la única pausa para respirar de todo el primer movimiento, en la repetición de la exposición. El movimiento lento es un tema ortodoxo seguido de un conjunto de variaciones, mientras que el final es un rondó, escrito en un estilo alegre y lúdico, y que incorpora varios ejemplos del humor áspero por el cual Beethoven se haría famoso más adelante.

Sonata para violín y piano op. 12, no. 2

Sayaka Shoji, violin
Gianluca Cascioli, piano

El primer movimiento de la segunda sonata para violín y piano de Beethoven nos hace preguntarnos ¿dónde están los temas? De hecho, realmente no hay ninguno. De temas y melodías no es de lo que se trata este movimiento. Claramente, sin embargo, no es el escaso material musical con el que trabaja Beethoven lo que establece el sentido de la sonata, sino cómo manipula estos elementos. Es probable que ningún oyente le reclame a Beethoven la ausencia de una melodía principal, dado el tono jocoso de la música, el humor travieso y la fascinante interacción entre el violín y el piano. El movimiento lento se basa en un tema lírico y melancólico en la menor. Cada una de sus dos partes es anunciada por el piano y luego repetida por el violín. El movimiento final es un rondó alegre con frecuentes toques de humor.

Sonata no. 3 en mi bemol mayor, op. 12, no. 3

Richard Lin, violín 
Natsumi Ohno, piano

La tercera sonata da la impresión de grandeza, poder y majestad, cualidades que se encuentran en algunas obras de los primeros años de Beethoven. Además, la escritura para piano es de proporciones casi heroicas, de lejos la más sustancial en las tres primeras sonatas, y acaso se equipara a las sonatas posteriores. El violín también está activo, pero gran parte del trabajo en el teclado podría haberse canalizado en una sonata para piano solo. El segundo movimiento constituye el centro de gravedad emocional en esta sonata. Este es el primer adagio que encontramos en el recorrido del ciclo, y uno de los mejores movimientos lentos del primer Beethoven. El final es un rondó alegre con un tema principal que no parece tan distintivo. Los frecuentes contrastes de dinámica y registro son una característica constante del movimiento.

Fuente: Vancouver Recital Society

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