Sonata para piano no. 4 en mi bemol, op. 7
Minsoo Sohn, piano
Con cada nueva sonata escrita en la década de 1790, Beethoven trastocó los límites del género. El op. 7 fue la obra más grande compuesta por él hasta entonces, con una duración de media hora y, por lo tanto, más larga incluso que la Sonata Appassionata. Fue escrita en 1796-7 para una de sus alumnas de piano más talentosas, la joven condesa Babette von Keglevics.
No hay nada de relajado en la Sonata en mi bemol mayor. El uso de notas repetidas, característica en tres de los cuatro movimientos, le da a la música un impulso propio, así como una sensación unificadora. El Allegro molto e con brio es una de las estructuras de sonata más amplias de Beethoven, pero también una de las más virtuosas. Sus cambios de carácter están perfectamente ubicados y sus temas hacen un uso memorable del compás de 6/8.
El movimiento lento proporciona un cambio radical, tanto en tonalidad (do mayor) como en textura, y después del Allegro rápido y lleno de acción, aparece un uso dramático de los silencios. El tercer movimiento no está designado como minueto, pero su trío en mi bemol menor, tiene la misma función que el interludio de esa danza tradicional. El final es una de las músicas más melodiosas de Beethoven: una característica inusual para un rondo, sin duda, pero el compositor ofrece grandes contrastes, particularmente en los episodios intermedios, que llevan a un brillante pianissimo final.
Sonata para piano no. 8 en do menor, op. 13 (Pathétique)
Krystian Zirmerman, piano
Esta sonata representa uno de los pocos casos en que el sobrenombre de “patética” proviene del propio compositor: su nombre completo es Grande sonate pathétique (patética en el sentido de sufrimiento, y no en el sentido de lamentable). Fue escrita en 1798, cuando Beethoven comenzaba a darse cuenta de su sordera y llevaba una vida doméstica relativamente satisfecha.
Seis años antes había llegado a Viena y el príncipe Karl Lichnowsky lo acogió como miembro de la familia. Su influyente amigo de inmediato lo presentó a la sociedad aristocrática austriaca, donde encontró amigos y benefactores duraderos y pronto se forjó una reputación de virtuoso improvisador del teclado. Beethoven dedicó la Sonata Pathétique a Lichnowsky, quien a cambio le dio un valioso juego de cuatro instrumentos de cuerda italianos y poco después le aseguró una anualidad de 600 florines.
La dramática introducción Grave de la sonata es uno de los inicios más poderosos del ciclo, siendo una parte intrínseca del movimiento a través de sus reapariciones al comienzo del desarrollo y la coda. Hay una textura casi orquestal en gran parte de la escritura para piano, con acordes marcados como forte-piano en la apertura y un acompañamiento de mano izquierda tipo timbal del tema principal del Allegro.
El Adagio cantabile está en una de las formas musicales más simples: tres declaraciones de un tema sincero separadas por episodios cortos, seguidos de una breve coda: no hay intento de desarrollo como tal. La sonata termina con un rondó sencillo que, a pesar de su tonalidad menor, sólo recupera el carácter general del resto de la obra en los acordes sforzando de la coda, el resto del movimiento es más delicado e incluso humorístico.
Fuente: Notas al programa del ciclo de sonatas de Beethoven de Artur Pizarro para la BBC Radio 3
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