Sonata para piano op. 10, no. 1
Vadim Chaimovich, piano
Compuesta en 1796, esta sonata es un ejemplo temprano del estilo sinfónico único de Beethoven. Su modo orgánico de composición se anticipa al de la Quinta sinfonía (también en la tonalidad “patética” de do menor). Sin embargo, los tres movimientos tienen una cualidad clásica, y parece probable que la Sonata K. 457 de Mozart fuera el modelo seguido, aunque la obra de Beethoven es más cruda y de espíritu juvenil.
La calidad orgánica del Allegro se escucha en la recurrencia en diferentes presentaciones de las dos ideas principales del tema de apertura: una tríada ascendente extendida y una figura escalar descendente. De hecho, estas características impregnan todo el movimiento: en el Adagio, la figura triádica se transforma en parte del tema principal y proporciona el esquema para las rápidas ejecuciones de los episodios, cada una seguida de una escala descendente. El primer tema del Finale también se basa en una frase corta que asciende como triada en cada repetición. El breve desarrollo contiene el famoso anuncio del tema de la Quinta sinfonía.
Sonata para piano op. 10, no. 2
Philip Edward Fisher, piano
Beethoven dedicó las tres sonatas del op. 10 a la condesa Anna Margarete von Browne. Su esposo, el Conde von Browne-Camus, era un oficial de ascendencia irlandesa del Servicio Imperial Ruso en Viena y él mismo fue un generoso patrocinador de Beethoven entre 1797 y 1803. El conde recibió varias dedicatorias y luego de que el compositor le regalara estas sonatas a su esposa, lo recompensó con un caballo de montar, mismo que Beethoven olvidó curiosamente hasta que recibió una cuantiosa factura por el forraje del animal.
La op. 10, no. 2 es la más corta entre las primeras sonatas de Beethoven. El músico prescinde de un movimiento lento y divide un primer movimiento haydnesco con un final fugado simulado con un Allegretto que tiene las características de un minueto, a pesar de la seriedad de su tonalidad menor.
Sonata para piano op. 10, no. 3
Tiffany Poon, piano
A finales del siglo XVIII, era costumbre publicar obras en múltiplos de tres. Beethoven trabajó en el tríptico del op. 10 entre 1796 y 1798. La tercera sonata es, sin duda, la mejor del ciclo. El historiador de la música Ernest Walker la caracterizó así: “la individualidad del estilo es absoluta e indiscutible, la estructura de todos los movimientos es madura e impecable”. Estos son un Presto inicial, rigurosamente construido, un movimiento lento cuya intensidad en las propias palabras de Beethoven “expresó un estado mental melancólico… [que retrata] cada tono sutil, cada fase de melancolía”, un minueto con trío y un animado final.
Fuente: Notas al programa del ciclo de sonatas de Beethoven de Artur Pizarro para la BBC Radio 3
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