Sonatas para violín y piano op. 30/1 y 2, op. 47 y op. 96

Sin lugar a dudas, la sonata para violín op. 30 no. 2 es una de las más grandes del repertorio de Beethoven.

Beethoven 250
Por Música en México Última Modificación abril 7, 2021

Sonata para violín y piano en do menor, op. 30, no. 2

Ji Won Song, violin
Francis Perron, piano

Sin lugar a dudas, la sonata para violín op. 30 no. 2 es una de las más grandes del repertorio. Es una obra de drama, pasión, poder y alcance casi sinfónico. La tonalidad de do menor nos alerta inmediatamente sobre una música de gran aliento. De las diez sonatas para violín de Beethoven, esta es la “mayor” en cuanto a alcance. También es una de las tres del ciclo que cuenta con cuatro movimientos en lugar de los usuales tres (la quinta y la décima son las otras).

El primer movimiento comienza con un tema oscuro y misterioso, casi amenazante, dividido en varios componentes epigramáticos, un tema que será eminentemente adecuado para el desarrollo posterior. El violín introduce el segundo tema de fuerte contraste, que marcha de forma juguetona. El movimiento lento es de belleza celestial. El scherzo realmente hace honor a su título, es ingenioso y lleno de peculiaridades rítmicas y humor áspero. El final regresa a do menor, e inusualmente para una obra de gran escala que inicia en tonalidad menor, también termina en ese modo. La tensión dramática implacable y la lucha emocional marcan este movimiento.

Sonata para violín y piano en sol mayor, op. 30, no. 3

Renaud Capucon, violín
Martha Argerich, piano

Esta ha sido denominada como la sonata “encantadora” del op. 30. Al igual que muchas otras obras en sol mayor, respira un aire de naturaleza virgen, emociones simples, espíritus vivos y alegría. De hecho, Beethoven compuso la sonata durante los agradables días de verano que pasó en los hermosos bosques a las afueras de Viena en Heiligenstadt.

El primer movimiento es una forma-sonata estándar con dos temas en tonalidades contrastantes, una sección de desarrollo y una recapitulación. El movimiento central no es un lento ni un minueto. Consiste en una serie de reformulaciones ligeramente variadas del tema de inicial, todo con música de encantadora y gracia de estilo rococó. El movimiento final, un rondó, cuenta con un humor vivaz y una fuerte sugerencia a una gaita pastoral que suena en los bajos.

Sonata para violín y piano en la mayor, op. 47 “Kreutzer”

Joshua Bell, violín
Yuja Wang, piano

La novena de las diez sonatas para violín y piano de Beethoven es la más grandiosa e impresionante de todas. Es, con mucho, la más larga, la más difícil, contiene las texturas más ricas y, en mayor medida que cualquiera, coloca en todo momento a ambos músicos en una posición absolutamente equiparable. Beethoven originalmente escribió esta sonata para un hombre llamado Bridgetower, pero tuvieron una pelea y Beethoven decidió dedicarla a un tal Rodolphe Kreutzer, quien nunca tocó la obra e incluso la llamó “escandalosamente ininteligible.”

De las diez sonatas, solo la “Kreutzer” tiene una introducción lenta, una característica generalmente reservada para obras grandiosas e imponentes. A lo largo del movimiento de apertura, el violinista debe ejecutar numerosos acordes en triples y cuádruples cuerdas (tocar tres y cuatro cuerdas simultáneamente). El tema del Andante con variazioni, el movimiento más largo de las diez sonatas, es elevado, elegante y noble en su simplicidad. En el final, el patrón rítmico rápido, casi continuo de largo-corto-largo-corto parece una tarantela, un baile que se originó en Italia y que, según la leyenda, sirvió para contrarrestar la picadura venenosa de las tarántulas.

Sonata para violín y piano en sol mayor, op. 96

Yoojin Jang, violín
Renana Gutman, piano

Una brecha de diez años separó la décima y última sonata para violín de Beethoven de su novena. Las mayores diferencias entre esta sonata y su predecesora, que se observan fácilmente cuando se tocan en conjunto, son su tono más íntimo y sobrio, sonoridades más suaves y la intención de evitar el drama y la heroicidad.

Al igual que la Sonata “Kreutzer”, el primer movimiento de la décima contiene tres temas, el primero de los cuales está impregnado de la gentil calidez y gracia. El movimiento lento presagia el estilo tardío de Beethoven: un adagio de belleza inefable y exaltación contenida. Aquí, escribe el violinista Abram Loft que, los intérpretes están “tan cerca del paraíso como uno puede acercarse en este mundo”. El corto y jocoso scherzo en sol menor nos trae a la tierra desde las alturas enrarecidas del movimiento anterior. El final es un tema y variaciones. El tema tiene una cualidad mixta y procede con una suave fanfarronería y buen humor (a Beethoven le gustó el término aufgeknöpft para esta música). Beethoven juega con nuestras expectativas ya que la música hace pequeños desvíos a través de cambios de tempo y se aventura en nuevas regiones armónicas, como si el compositor se mostrara reacio a despedirse de ésta su última sonata para violín.

Fuente: Vancouver Recital Society

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